miércoles, 18 de junio de 2008

Sobre el arte de un escritor, por Eduardo Galeano

Eduardo Galeano "El mío ha sido un largo camino hacia el desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir, cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy me dan vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni tiene que notarse.

"Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. Y un caso de simplificación no es una tarea de embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura como expresión de la vida. Por el contrario, se trata de lograr un lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo todo lo que no sea digno de existencia.

"Para mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los primeros pasos.

"Siempre me decía: "Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio". Entonces cuando escribo me voy preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen existir realmente?"

Eduardo Galeano

5 comentarios:

Raúl dijo...

Es difícil poder estar más de acuerdo con Galeano, en los términos de esta confesión suya.
Entiendo, como él, que la sencillez, es el karma de lo escrito, el culmen de la brillantez.
Ésto, que a simple vista pudiera parecer asequible y al alcance de cualquiera, es en realidad fruto de un complejo tránsito que ha de estar jalonado de sinceridad, desnudismo y transpariencia; justo lo más complicado de conseguir cuando lo que se pretende es contar.

Veronika dijo...

Estoy de acuerdo con la opinión que deja Raúl en su comentario. Hace tiempo que, como lectora, me inclino hacia la búsqueda de la sencillez o simplicidad en la forma.
Por otro lado,corrigiendo mis poemas he descubierto, por ejemplo, cómo con el paso de los años mis versos se acortaron y se despojaron de ornamentos. No fue un proceso de búsqueda estética, sino algo que decantó naturalmente.Creo que aún involuntariamente la vida te va llevando por ese camino, haciendo que pongamos más énfasis en lo que nos resulta esencial, prescindiendo de lo que sólo nos quita tiempo.

Rayuela, me he vuelto asidua lectora de tu blog. Es muy bueno. Saludos!

Rayuela dijo...

Definitivamente lo complejo es poder llegar a alcanzar lo sencillo. Pero, por lo general, parece que de buenas a primeras nuestro "instinto" nos lleva a la búsqueda de lo complejo que. En literatura, esto se traduce en un vocabulario a veces tan cerrado que puede volverse contra nosotros; una fidelidad excesiva a la gramática y la creencia de que cuanto más largo mejor. No decir nada o casi nada con pocas palabras es relativamente fácil, decir mucho con poco sí que es un reto. Incluso aquellos escritores caracterizados por la sencillez y la pureza de su literatura comenzaron bajo moldes de agarrotamiento.

¡Saludos a los dos!

Raúl dijo...

Tras aquellos primeros textos, me plantee conseguir la fórmula de "lo sencillo", que en pocas palabras (tuyas además) consistiría en contar mucho con pocas palabras. No es fácil. De hecho, debería de confesar si no me oyese nadie, que en muy pocas ocasiones creo haberlo conseguido. Y es que -no sé si a ti te ocurrirá- la adicción a las frases yuxtapuestas, es jodidisima.
Un saludo, Rayuela.

Anónimo dijo...

Claro que no es fácil. Yo tiendo a alargar y rebuscar, pero luego releo varias veces y encuentro que hay algo que rechina. Entonces limo y me pregunto: ¿es necesaria esta palabra, esta construcción? Aún así, cada nueva lectura me hace borrar, cambiar y dudar. Lo que entonces me pareció perfecto, hoy lo considero impuro y recargado.
La relectura de lo propio es beneficiosa, pero a veces tan frustrante...

¡Saludos!

 
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