viernes, 20 de noviembre de 2009

El fondo del cielo, Rodrigo Fresán

El fondo del cielo




El fondo del cielo
Rodrigo Fresán
Editorial Mondadori
ISBN: 9788439721444
288 páginas









Estoy atravesando lo que he resuelto denominar como ‘fiebre Fresán’, fruto de un re-descubrimiento tardío que, así lo ha querido el azar (o, desde un punto de vista más prosaico, Anagrama y Mondadori), me ha situado en el comienzo y el final del autor (más que final, última parada conocida pero con inevitable continuidad). El tiempo se contrae y pone sobre la mesa un pasado, actualizado, de dieciocho años y un presente del ya agónico 2009. Se reedita Historia argentina (nueva cara, nueva colección, cuento nuevo) y aparece El fondo del cielo; confluyen en un mismo punto el debut de Rodrigo Fresán como escritor y su novela más reciente, seis libros e incontables artículos, traducciones y estudios sobre otros, entremedias.

Y es curioso que precisamente esta coincidencia espacio-temporal se produzca entre dos textos tan marcados por esos dos factores, el espacio y el tiempo. ‘Historia argentina’ queda definida en su título: palabras situadas al sur, durante un periodo (triste y atroz) que marcó el después de un país. Mientras, ‘El fondo del cielo’ está inundado de palabras que cuentan y dicen muchas cosas, pero que, sobre todo, hablan del lugar y del momento, ambos variables, alternativos, con muchos comienzos y finales.

‘El fondo del cielo’ se inició hace dos años como un tentativo ‘Tsunami’, allá por la muerte de Kurt Vonnegut (referencia omnipresente y siempre agradecida por Fresán), y concluyó, con varias páginas menos, coincidiendo con la muerte de J. G. Ballard (también referenciado y agradecido). Me pregunto si, cuando dentro de unos años, se publique la segunda edición ésta habrá sido aumentada y re-explorada, como ya es habitual en el argentino.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El arte de morir, Émile Zola


El arte de morir

El arte de morir
Émile Zola
ISBN: 978-84-92698-00-4
152 páginas













Recién publicado por El Olivo Azul en su colección Narrativas, El arte de morir recoge cuatro nouvelles (relatos largos o novelas cortas) de Émile Zola articulados en torno a la idea de la muerte, sea ésta abordada como idea, como necesidad o, simplemente, como hecho.

Émile Zola (París, 1840-1902) es considerado el padre del naturalismo, corriente literaria cuya máxima consiste en reproducir la realidad con objetividad casi documental, tanto en sus aspectos más excelsos como en los más vulgares. Dentro de esa línea escribió la serie ‘Les Rougon-Macquart’, compuesta por veinte novelas en las que ilustró su teoría literaria a través de una saga familiar; algunos de los títulos más conocidos son ‘Nana’, ‘Germinal’ y ‘La bestia humana’.

En 1898 Zola tomó partido en el famoso caso Dreyfus y publicó su Yo acuso (una carta abierta al Presidente de la República, M. Félix Laure) en el periódico L’Aurore. En él denunciaba la hipocresía de las autoridades y de la sociedad francesa en general por su actuación en el juicio al capitán de origen judío Alfred Dreyfus. La publicación de este texto no sólo le propinó serias amenazas, sino que finalmente fue juzgado y condenado al exilio. Zola murió en 1902 en su casa de París, supuestamente asfixiado, aunque siempre se sospechó que, en realidad, fue asesinado.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Historia argentina, de Rodrigo Fresán




Historia argentina
Rodrigo Fresán
Anagrama
ISBN: 978-84-339-7585-0
272 páginas










Rodrigo Fresán disfruta de un doble estreno en estos días, mientras Mondadori publica su novela más reciente, ‘El fondo del cielo’, Anagrama reedita el libro con que se inició en el mundo editorial: Historia argentina. La mesa de novedades de la librería acoge, pues, al mismo escritor en dos etapas de su carrera literaria: el primer Fresán, que con veintisiete años se daba a conocer y sorprendía, y el último Fresán, de cuarenta y seis, con varios libros a sus espaldas y el reconocimiento, más que merecido, de la crítica y el público.

Para más festejos, hace pocas semanas se celebraron los 40 años de Anagrama, editorial que nació con el apellido “independiente” y que, tras cuatro décadas de escogido catálogo, ha hecho frente a los grandes emporios editoriales con la cabeza bien alta. Como un ejercicio de reflexión histórica de la propia trayectoria y, sobre todo, con un propósito de recuperación de “tesoros escondidos”, en junio de 2009 nació la colección Otra vuelta de tuerca, en la que se inscribe ahora esta refundada ‘Historia argentina’. Ecléctica y abierta, la nueva colección se propone rescatar aquellos títulos (“offbeat y rompedores”) que Jorge Herralde consideró de publicación inevitable.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Poderes, de Ursula K. Le Guin

Poderes

Poderes
(Powers)
Ursula K. Le Guin
Editorial Minotauro
ISBN: 978-84-450-7720-7
416 páginas











Poderes es la tercera y, hasta el momento, última entrega de los Anales de la Costa Occidental de Ursula K. Le Guin, una saga al estilo del ciclo de Terramar destinada especialmente a un público joven. Sin embargo, como comenté en la reseña de Los dones, la fantasía de esta autora dista mucho de ser literatura infantil: el trasfondo reflexivo que poseen sus obras, justo con su estilo narrativo (caracterizado por un lenguaje rico, descripciones detalladas y puntos de vista intimistas), las hace recomendables tanto para lectores adolescentes como adultos.

Con Poderes Le Guin obtuvo el que ya es su sexto Premio Nebula, en esta ocasión a la mejor novela. A pesar de tratarse de un mismo ciclo, los tres títulos pueden leerse de forma independiente. Básicamente lo que comparten es el mundo en el que trascurren (la costa oeste), con lo que ello conlleva: religión, historia, organización social, etc. El protagonista de Los dones, Orrec Caspro, se convierte en secundario (aunque de gran importancia) en Voces, y recién aparece en las páginas finales de Poderes, casi como meta y salvación.

Dicho esto, aunque cada una de las tres historias no precisa de las demás para ser apreciada, sí es cierto que una lectura global de la saga aporta un grado más de disfrute, en especial al llegar al desenlace de ‘Poderes’. Si conocemos la lucha de Orrec contra su don y el descubrimiento de las voces por parte de Memer, saborearemos con mayor intensidad el largo camino que recorre Gavir, no sólo en lo que le afecta directamente a él como personaje, sino también las luces y las sombras de las culturas de la costa occidental.

Leer reseña completa en Papel en Blanco

jueves, 1 de octubre de 2009

Voces, Ursula K. Le Guin

Voces

Voces
(Voices)
Ursula K. Le Guin
Editorial Minotauro
ISBN: 978-84-450-7667-5
336 páginas












Voces es la segunda novela de los Anales de la Costa Occidental de Ursula K. Le Guin; sin embargo, puede leerse de forma independiente, tanto a su predecesora (Los dones) como a la que de momento es la última entrega (Poderes). Lo que mantienen en común las tres obras es, por un lado, el universo en que acontecen (la costa oeste) y, por otro, los personajes de Orrec y Gry que pasan de ser protagonistas a secundarios.

Si Los dones transcurría en las Tierras Altas, en Voces nos adentramos en las Tierras Bajas, territorio de los “callucs” y, por tanto, de la gente sin “dones”. La historia que ahora nos relata Ursula K. Le Guin se sitúa en la ciudad de Ansul, antaño ejemplo de la concordia, el saber y la cultura, pero que tras la llegada de los aldos quedó sumida en el temor, la pobreza y la represión. Diecisiete años atrás el pueblo de los aldos, procedente del desierto de Asudar, se embarcó en la búsqueda de la Boca de la Noche, el lugar que, según una leyenda, utilizan los demonios para entrar al reino de los mortales. Así llegó a Ansul, rica en universidades y bibliotecas conocidas en toda la Costa Occidental. Puesto que para los aldos el mal reside en los libros, tomaron la ciudad, destruyeron todos los libros e impusieron un régimen de férreo control sobre sus habitantes.

martes, 29 de septiembre de 2009

Los dones, Ursula K. Le Guin

Los dones



Los dones
(Gifts)
Ursula K. Le Guin
Editorial Minotauro
ISBN: 978-84-450-7701-6
238 páginas










Los dones es la primera novela de la Saga de la Costa Oeste, seguida por Voces y Poderes (ésta última ha sido publicada en su versión en español hace tan solo unos meses por Minotauro). Aparecida en 2004, recibió el premio PEN Center USA en 2005. De ella, el jurado señaló la habilidad de Ursula Le Guin para inventar un país donde lo natural y lo sobrenatural parecen a la vez terroríficos y mundanos.

La autora afirma que la novela se publicó como un libro dirigido a “adultos jóvenes” (categoría que existe como tal en Estados Unidos), pero resulta evidente que la fantasía de Ursula K. Le Guin es apta para todos los públicos. Si bien es cierto que determinadas novelas, como las pertenecientes al Ciclo de Terramar (con el que la saga actual guarda cierta semejanza), parecen estar orientadas a lectores más jóvenes (sobre todo por la edad de los personajes), en todas sus obras subyace un trasfondo de corte filosófico, ético y antropológico. Así que, aunque en ‘Los dones’ se rebaja un punto la intensidad del debate en comparación, por ejemplo, con obras mucho más políticas como La mano izquierda de la oscuridad o Los desposeídos, ello no implica que nos encontremos ante una historia infantil. En las narraciones de Le Guin la acción queda siempre supeditada a la reflexión, por lo que, dentro del género fantástico y de ciencia ficción, hallamos discusiones que van mucho más allá de lo que podríamos esperar de una fantasía adolescente.

Leer reseña completa en Papel en blanco

viernes, 24 de julio de 2009

Papeles inesperados, Julio Cortázar

Papeles inesperados




Papeles inesperados
Julio Cortázar
Editorial Alfaguara
ISBN: 978-84-204-2331-9
488 páginas










Cuando a principios de año saltó la noticia de un nuevo libro con textos inéditos de Julio Cortázar, todos los cortazarianos, cual cronopios desatados, nos volvimos locos de alegría. Era la confirmación de que Julio seguía jugando, más de veinte años después de su muerte, con sus lectores, con las casualidades y, cómo no, con la literatura. En las navidades de 2006 la vieja cómoda fabulosa abrió sus rebosantes cajones y desperdigó cientos de papeles, muchos de ellos desconocidos, otros tantos desaparecidos quién sabe cuándo; en definitiva, un variopinto surtido de letras firmadas por el autor de ‘Rayuela’. Gran parte de ese botín navideño es lo que nos llega ahora, de la mano de Alfaguara, en estos Papeles inesperados.

Siendo buena adepta a la teoría de las casualidades que tanto persiguieron y alegraron a Julio en vida, me reservo mis dudas sobre cuánto de casual tuvo el descubrimiento de los cajones por parte de Aurora Bernárdez (¿jamás se le había ocurrido revisarlos?); dejémoslo en que para nosotros, los lectores, sí han resultado (muy felizmente) inesperados.

jueves, 23 de julio de 2009

¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?, Georges Perec








¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?
(Quel petit vélo à guidon chromé au fond de la cour?)
Georges Perec
Ediciones Alpha Decay
ISBN: 978-84-936540-5-4
88 Páginas





Quien dice Georges Perec dice “juego”, “divertimento”, “travesura literaria” si se quiere. En ningún caso encontraremos en sus libros un estilo, digamos, “tradicional” (si es que éste existe): Perec juega, experimenta con las palabras, con las frases, con la fonética y, por supuesto, con las historias que narra.

Con su primera obra, Las cosas, recibió el Premio Renaudot y fue aclamado por la crítica como una revelación de las letras francesas; de todos sus textos es, quizás, el menos experimental, si bien ya se aprecia su estilo y ese toque de ruptura, de visión inconforme e irónico-humorística. Un año después, en 1966, publicó ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?, que desconcertó al punto de no recibir casi ninguna mención en la prensa. Salta a la vista que el estilo de uno y otro libro es radicalmente diferente: la calma basada en el deseo de opulencia de ‘Las cosas’ choca con la velocidad argumental y literaria que transmite en esta novella en que la comicidad arranca ya en el título.

El argumento, sencillo, desopilante y no falto de un dramático realismo, termina al servicio del lenguaje y sus posibilidades. Con esto no quiero decir que su importancia sea menor, sino que resulta tan apabullante el despliegue de estilo (muchas veces mediante la ruptura) que el punto de partida de la historia se nos queda, dentro de su originalidad, en un lugar secundario.

domingo, 19 de julio de 2009

El paseante de las dos orillas, Guillaume Apollinaire


El paseante de las dos orillas






El paseante de las dos orillas
(Le flâneur des deux rives)
Guillaume Apollinaire
El Olivo Azul
ISBN: 978-84-936637-6-6
104 págs.





En la primavera de este año la editorial El Olivo Azul diversificó su catálogo con la colección Errantes en la que, anuncian, tendrá cabida una amplia variedad de géneros (ensayos, aforismos, diarios, memorias, etc.) pero aglutinados en torno a un eje: el viaje en todas sus facetas. Ya sean viajes reales o imaginarios, interiores o de ideas, “cada uno será, a su manera, una guía de perplejos”. Los dos primeros errantes elegidos han sido Rétif de La Bretonne con Las noches revolucionarias y Guillaume Apollinaire con El paseante de las dos orillas.

Apollinaire (1880-1918) fue poeta, novelista y ensayista. A pesar de haber nacido en Roma, pasó la mayor parte de su vida en Francia y terminó convirtiéndose en un icono del París de las vanguardias y en alma del barrio de Montparnasse. A él le debemos el término ‘surrealismo’, que utilizó por primera vez en 1917 para referirse a su obra de teatro Las tetas de Tiresias, subtitulada como drama surrealista:

Cuando el hombre quiso imitar el andar, creó la rueda, que no se parece en nada a una pierna. Así hizo surrealismo sin saberlo. Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna.

Tiempo después, en 1924, André Breton recuperó el vocablo en su Manifiesto.

El paseante de las dos orillas se inscribe en la tradición francesa de la flânerie (literalmente “paseo”), que hace referencia a una actitud vital y que originó un subgénero literario cultivado por autores como Rabelais, Rétif o Baudelaire. Este último la definió como la capacidad de “estar fuera de casa, y sin embargo sentirse en todas partes como en casa”.

Leer reseña completa en Papel en blanco.

lunes, 6 de julio de 2009

Musicofilia, Oliver Sacks

Musicofilia





Musicofilia. Relatos de la música y el cerebro
(Musicophilia. Tales of Music and the Brain)
Oliver Sacks
Editorial Anagrama
ISBN: 978-84-339-6289-8
464 páginas




A lo largo de los años Oliver Sacks se ha convertido en un reputado neurólogo que, gracias a su forma de narrar historias clínicas, ha acercado al gran público esta rama de la ciencia tan intrincada y, en ocasiones, sorprendente. Cualquiera que lo haya leído sabe dónde reside su atractivo, lo que hace que alguien sin conocimientos médicos devore sus libros como si se tratara de cuentos o novelas. El doctor Sacks habla, más que de enfermedades o trastornos, de pacientes (mejor dicho, de personas) y de cómo esa dolencia afecta a una vida concreta. Como un Sherlock Holmes que ausculta la mente, analiza los sentidos y los observa a la luz de las acciones más cotidianas; lo que prima en sus textos es la experiencia de la enfermedad, su mano a mano con quien la vive a diario.

Su última obra, Musicofilia. Relatos de la música y el cerebro, aúna dos de sus grandes pasiones: la neurología y la música, que en estas páginas se entretejen en un intento de comprenderse mutuamente. Cómo el cerebro percibe e interpreta la música, cómo ésta es capaz de despertar zonas dañadas de nuestra mente.

En el prefacio, Sacks señala que la propensión humana hacia la música surge en la infancia y, yendo más atrás, en los comienzos mismos de la humanidad y las culturas. Si bien su origen no está claro, ni tampoco su utilidad biológica, está tan arraigada en nuestra naturaleza que podríamos considerarla prácticamente innata.

Leer reseña completa en Papel en blanco.

sábado, 27 de junio de 2009

El mayor espectáculo del mundo

Esta vez ha sido un jueves. El viernes volví a a amanecer con una esquela que apenas podía creer. ¿Realmente… realmente había muerto Michael Jackson? Su estado de salud en los últimos tiempos no hace de la noticia una sorpresa, es cierto, pero tenía el pensamiento absurdo de que estaba envuelto en una especie de inmortalidad, de una burbuja que lo haría desaparecer de viejito, con su corona de Rey del Pop. Obviamente se trataba más de un deseo personal que de una probabilidad. Ha muerto Michael Jackson, esos pies mágicos, ese hombre espectáculo. Por desgracia, su muerte se ha convertido en el trampolín perfecto para recordar cada una de sus excentricidades, tanto las reales como las falsas. Supongo que la prensa amarilla debe estar frotándose las manos, desesperada por conseguir acceso a los detalles más morbosos, a las imágenes más deplorables. Mucha gente lo recordará por lo que hizo o dejó de hacer en su vida privada, cuando lo que importa es lo que fue sobre el escenario, aquello a lo que consagró su vida.

Recuerdo ver el vídeo de “Thriller” en mi casa de Buenos Aires, a los 4 ó 5 años; esa imagen vestida de rojo, moviéndose con un ritmo fuera de lo normal. Pero sobre todo mi adolescencia fue también Michael Jackson. La tarde que salí a comprar su nuevo single (“Black or white”) que salía a la venta ese día; cómo me robaron el cassette de Off the wall (grabado, con una carátula que me había fabricado con fotos de revista) de la bolsa de gimnasia del colegio; las, ahora incómodas y enormes, cintas VHS repletas de vídeos de la tele, el concierto de Bucharest, los making off, la entrevista con Ophra; las carpetas llenas de recortes; los posters en la habitación. Y el concierto. El concierto más grande al que he acudido. Esa noche inmensa, poderosa, que todavía recuerdo con la misma piel de gallina que tuve a los 13 años.

Lunes 21 de septiembre de 1992, Estadio Carlos Tartiere de Oviedo. Pude acudir gracias al permiso de mis padres, que sabían de la importancia del acontecimiento y que nos les importó que perdiera dos días de colegio y, por supuesto, a la facilidad de tener una compañera con familia en Oviedo. Eran las fiestas de San Mateo y cada noche se vivía en Oviedo un concierto distinto, el broche fue ese lunes (inicialmente debía ser el domingo, a otra hora y en otro lugar) con la parada espectacular del Dangerous Tour. No recuerdo cómo entré al recinto, ni a qué hora, pero sí que se me hizo eterna la espera, la actuación de apertura de una Rozalla de la que nadie se acuerda. Entonces sonó el ‘Carmina Burana’, las dos enormes pantallas comenzaron a vibrar con fotos de sus conciertos y, de repente, propulsado por una plataforma desde abajo, apareció sobre el escenario. Entonces me di cuenta de que también yo era capaz de gritar como una loca. Fueron dos horas de gigantesco espectáculo, de no terminar de creerme que yo estuviera ahí, viendo a alguien tan grande. Recuerdo que a nuestro lado había un padre con sus dos hijos, más pequeños que nosotras, que nos convidaron a golosinas y, lo mejor, a echar algún que otro vistazo a través de los prismáticos (así vi, de “bien cerquita”, su famoso paso durante “Billie Jean”). A la salida me compré una camiseta, que murió de puro desgastada, y creo que hasta nos grabó la televisión local en plena euforia. Aquella noche apenas dormí. Una extraña somnolencia en la que reviví, con pelos y señales, las dos horas de concierto. Por la mañana tenía la sensación de haberlo vivido dos veces.

Esta mañana he visto un par de vídeos, horribles en audio e imagen, de esa noche en Oviedo. Me emocioné pensándome ahí, a mis 13 años, presenciando lo que para mí fue “el mayor espectáculo del mundo”.

Vida triste. Genio absoluto de la música y el baile.

viernes, 12 de junio de 2009

Desafío literario

Tomo el guante que me lanza Magnolia de Acero y continúo la cadena del "desafío literario". ¿Sus reglas? Las siguientes:

1. Coge el libro que tengas más a mano.
Musicofilia, de Oliver Sacks

2. Ábrelo por la página 161.

3. Busca la 5ª frase completa de esa página.

4. Cita la frase en tu blog.

"Pero sospecho que el Valle del Tono Absoluto no existe, excepto como deliciosa metáfora edénica, o quizá como una especie de recuerdo colectivo de un pasado más musical."

5. ¡Pásalo a otros 5 blogs!
Prefiero no nombrar y que siga el juego todo el que quiera ;).

martes, 2 de junio de 2009

El viajero del siglo, Andrés Neuman

El viajero del siglo
El viajero del siglo
Andrés Neuman
Editorial Alfaguara
544 páginas
ISBN: 978-84-204-2235-0











El viajero del siglo, de Andrés Neuman, fue la obra merecedora del Premio Alfaguara de este año, que el jurado calificó como una novela posmoderna en la que hay un esfuerzo por hacer una novela clásica desde nuestro tiempo. La historia creada por el autor argentino transcurre en la Alemania del siglo XIX, pero es narrada desde la perspectiva (lingüística, literaria, incluso política) del XXI.

Las novelas, ante todo, están bien o mal escritas. Y su vigencia (...) no depende de cuándo tienen lugar sus argumentos. Hay novelas de actualidad que son conservadoras. Novelas futuristas que parecen antiguas. O novelas sobre el pasado que discuten los problemas y el lenguaje del presente. La curiosidad por estas últimas me condujo a escribir ‘El viajero del siglo’.

Lo que Neuman ha escrito es “una novela futurista del pasado, una ciencia-ficción rebobinada”. Nada es real, ni la ciudad donde transcurre el argumento, Wandernburgo, ni los personajes que la habitan. Pero es real, y bien documentado, el contexto que nutre la historia y desencadena cada acción, desde las costumbres sociales de la época a los debates filosóficos y literarios que ocupan gran parte de la narración.

viernes, 22 de mayo de 2009

El rival de Prometeo. Vidas de autómatas ilustres

El rival de PrometeoEl rival de Prometeo
Vidas de autómatas ilustres

Editorial Impedimenta
ISBN: 978-84-936550-7-5
400 páginas















Déjenme decirles los dos puntos fuertes de mi debilidad por la editorial Impedimenta. Primero, la selección de obras: pequeñas delicatessen poco difundidas de autores consagrados, hallazgos no divulgados en lengua castellana y, también, alguna que otra rareza de las letras. Segundo, el cuidado diseño de sus colecciones que logra que sus libros, al margen de su calidad literaria, sean bellos como objetos. Ambos aspectos, por supuesto, se cumplen en el presente título que inaugura ‘El panteón portátil de Impedimenta’.

La primera noticia que tuve de este libro fue hace unos meses; en ella sólo se daba cuenta de su preparación, pero el título y la temática fueron más que suficientes para despertar mi curiosidad. El rival de Prometeo. Vidas de autómatas ilustres. Con este título, cómo no va a llamar la atención, como no va a ser tentador. Una selección de textos (variopintos en estilo, carácter y época) sobre la creación de vida artificial a manos del hombre. El ser humano creador y Creador. En la mitología griega, Prometeo fue quien robó el fuego a los dioses y, en consecuencia, fue castigado; como introductor del fuego entre los seres humanos e inventor del sacrifico, se lo considera protector de la civilización. En psicoanálisis, el complejo de Prometeo hace referencia a la búsqueda perpetua del conocimiento.

La obra se organiza en cuatro apartados, cada uno de los cuales está compuesto por cuatro o cinco fragmentos extraídos de otras obras y que comparten un mismo espíritu.

martes, 19 de mayo de 2009

Lunes otra vez

Benedetti

después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida








Dicen que el lunes es el peor día de la semana: la vuelta al trabajo o al estudio, recomenzar la monotonía horaria rota durante el sábado y el domingo, el sueño acumulado y el implacable despertador. Habría que discutir qué es realmente peor, si el lunes que empieza o el domingo que termina, pero en este momento carece de interés. La cuestión es que ayer mi lunes cumplió la mala fama que lo persigue. No fue el sueño ni la alarma del reloj, ni las tareas pendientes, ni ese sabor redondo y rojo en la boca, pesado, aburrido. Fue el martillazo que se produjo en un segundo y se extendió, silencioso, durante horas. Ayer nadie tiró piedritas contra mi ventana.

Hace unas semanas presagiamos el dolor, estuvimos varios días pendientes de un hilo, negándonos a aceptar lo que amenazaba inminencia. Y cuando los que estamos distantes bajamos la guardia, la ventana se cerró.

Ayer se murió el viejito, se murió un poeta. Ayer murieron tantas palabras verdaderas y hermosas.

No recuerdo el primer verso suyo que leí, ni el momento exacto; en realidad lo que no recuerdo es que no estuviera. Leo sus poemas y los siento viejos, canciones antiguas que sabemos sin saber que las sabemos. Esas páginas forman parte de mi propia geografía, con dolor y con felicidad, con nostalgia, con dulzura, con valentía. Las reproduje en cartas, las estampé en cuadernos, las recité con público y sin público, las escuché en cassettes prestados entre uruguayos y argentinos (preservando un rinconcito de patria al otro lado), las lloré mil veces con una sonrisa en los labios.

Aprendí a preguntar al azar, aprendí el sentimiento de extrañar, aprendí a defender la alegría, aprendí sobre los otros y sus mordazas. Aprendí mucho sobre lo que es la poesía y más aún sobre lo que es la humanidad.

Y es que era lindo saber que usted existía, don Mario. Es lindo saber que todavía nos quedan sus palabras.

Ayer fue lunes, y se murió un poeta.

lunes, 18 de mayo de 2009

La mano izquierda de la oscuridad, Ursula K. Le Guin

La mano izquierda de la oscuridad



La mano izquierda de la oscuridad
(The left hand of darkness)
Ursula K. Le Guin
Ediciones Minotauro







La luz es la mano izquierda de la oscuridad y la oscuridad la mano derecha de la luz.

La mano izquierda de la oscuridad se publicó en 1969, y fue merecedora de los premios Nebula y Hugo. Es una de las tres principales historias del llamado Ciclo Hainish o Ekumen, junto con El nombre del mundo es bosque y Los desposeídos. En 2008 Minotauro las publicó en un volumen conjunto, Los mundos de Ursula K. Le Guin, y este mes ha reeditado la que se considera la novela más emblemática de la autora, La mano izquierda de la oscuridad.

La trama gira en torno a la estancia de Genly Ai, un enviado terrestre del Ekumen, al planeta Gueden, también conocido como Invierno por atravesar una edad glaciar. El Ekumen podría definirse como una liga interplanetaria compuesta por los “mundos inhabitados” (es decir, por aquellos que no son ni los planetas conocidos ni sus colonias) cuyo propósito, en este caso, es que Gueden se una a la alianza. Por ello, Genly Ai lleva dos años en Karhide (uno de los dos reinos más importantes de Gueden) esperando una audiencia con el rey. Cuando llega el momento, todo apunta a que el rey no goza de un juicio sano, ve al Enviado como una amenaza y a su primer ministro, Estraven, como ejemplo de traición.

En un intento por conseguir en otra ciudad lo que ha resultado imposible en Karhide, Genly Ai viaja a Orgoreyn, donde Estraven cumple su exilio. El rechazo de los orgotas hacia Genly provoca el reencuentro entre éste y Estraven que, a partir de este punto, deberán convivir en duras condiciones.

jueves, 14 de mayo de 2009

El piloto ciego, Giovanni Papini







El piloto ciego
(Il pilota cieco)
Giovanni Papini
Rey Lear Editores
ISBN: 978-84-92403-24-0
128 páginas


Giovanni Papini (Florencia, 1881-1956) fue uno de los escritores destacados de la renovación cultural italiana del siglo XX. De formación autodidacta, colaboró en diversas revistas literarias y filosóficas, cultivó el ensayo, la crítica de arte, el relato y la narración cercana a la novela. Su impecable calidad literaria fue, en muchas ocasiones, inseparable de una personalidad controvertida y polémica tras su acercamiento al fascismo. Sin embargo, como confiesa Alicia Mariño en el prólogo de este volumen, Papini es hoy “un autor injustamente olvidado”.

Su primer texto narrativo fue Lo trágico cotidiano (1906), integrado por veintiséis cuentos. A partir de 1914 abandonó el género del relato y sus escritos adoptaron la forma de prosas fragmentarias. Empeñado en promover la renovación literaria en Italia, inició la ardua tarea de escribir una Historia de la Literatura Italiana, de la que sólo llegó a publicar el primer volumen (que dedicó a Benito Mussolini). Fue nombrado académico y presidió el Instituto de Estudios sobre el Renacimiento de Florencia, ciudad en la que también fundó la revista Rinascita.

Tras la Primera Guerra Mundial se convirtió al catolicismo y comenzó a escribir diversos textos de carácter religioso (Historia de Cristo, Cartas del Papa Celestino VI, El Juicio Universal o la discutida El Diablo).

El piloto ciego se publicó en 1909; en la segunda edición de 1913 Papini sustituyó los cuatro cuentos finales por otros cuentos escritos más tarde. Desde entonces, esta segunda versión es la que se considera legítima y es la que ahora publica Rey Lear en traducción de Paloma Alonso Alberti.

martes, 5 de mayo de 2009

La Condesa Sangrienta, de Alejandra Pizarnik




La Condesa Sangrienta
Alejandra Pizarnik
Libros del Zorro
Rojo
ISBN: 978-84-92412-13-6
60 páginas





En 1971 la escritora argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972) publicó este texto sobre Erzébet Báthory, conocida como La condesa sangrienta por los crímenes atroces que se le atribuyen. Pizarnik fue una de las figuras clave de la literatura latinoamericana del siglo XX, amiga de Octavio Paz y de Julio Cortázar. Si bien cultivó sobre todo el género lírico, durante sus últimos años se adentró en la prosa y escribió más de 30 artículos y reseñas. Es precisamente este texto, que comenzó siendo una reseña para una revista literaria y terminó trascendiendo sus límites, el que se considera capital dentro de su obra en prosa; ella misma lo defendió del siguiente modo: ¿Cuál es mi estilo? Creo que el del artículo de la condesa. Insisto, una y otra vez, en la fascinación por el tema de mi nota. Nunca después volvió a sucederme algo parecido.

Pizarnik se basó en el texto escrito por Valentine Penrose (‘La Comtesse Sanglante’, 1957), que define como una suerte de vasto y hermoso poema en prosa. Lo cierto es que la argentina, que tanto admiró la erudición y la poesía de Penrose, trasladó a su particular lenguaje literario lo que más le fascinó de la historia y de la narración de aquélla: la “belleza convulsa del personaje” de Erzébet. Así, es este aspecto el que adquiere el primer plano en sus páginas, y no el detalle de las atrocidades cometidas.

Erzébet Báthory (1560-1614) fue una aristócrata húngara, miembro de unas de las familias más poderosas, antiguas y adineradas de Transilvania. A los once años fue prometida al conde Ferenc Nádasdy (conocido como el Caballero Negro de Hungría por su ferocidad en la batalla), con quien se casó dos años después. La buena educación y la cultura de Erzébet sobrepasaban a la de buena parte de los hombres nobles de entonces; a todas luces, parecía ser una mujer excepcional. En 1604 Nádasdy murió por una súbita enfermedad y, a sus 44 años, la condesa se convirtió en una viuda y poderosa señora feudal. Fue a partir de entonces cuando pasó a ocupar el centro de todas las intrigas políticas, pero sin la protección de un ejército.

viernes, 24 de abril de 2009

El Día del Libro 2009

Forges lo vio así en El País:


Y yo viví así mi Sant Jordi:



martes, 21 de abril de 2009

Lo infraordinario, Georges Perec

Lo infraordinario





Lo infraordinario
Georges Perec
Impedimenta
128 páginas




Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás, ¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?

La respuesta que da Georges Perec a esta cuestión es así de simple: “interrogar a lo habitual”. Es decir, fijarnos en todo aquello que, debido a la cotidianidad, hace mucho tiempo que dejó de sorprendernos. Cosas pequeñas, insignificantes, tan sutiles que rara vez les concedemos atención. No interesan los grandes titulares de los periódicos, esas noticias que todos vociferan por igual, sino el día a día que se calla. Lo infraordinario.

Para Italo Calvino, Perec fue una de las personalidades literarias más singulares del mundo, al punto de que no se parece a nadie en absoluto, muestra de lo cual es prácticamente cualquier texto de su autoría. En ‘Notas sobre lo que busco’ Perec señaló los que eran los cuatro polos de su escritura: “el mundo que me rodea, mi propia historia, el lenguaje, la ficción”. Queda patente en su primera novela, ‘Las cosas’, en su obra cumbre, ‘La vida, instrucciones de uso’ y, de forma clara, también en ‘Lo infraordinario’. El recuerdo y la enumeración de objetos, datos, cosas, conforman la historia de sus personajes y del propio autor. A medias entre realidad y ficción, entre juegos de palabras y hondas reflexiones es el modo por el que Perec se expresa y construye.


martes, 14 de abril de 2009

Los desposeídos, Ursula K. Le Guin

Los desposeídos





Los desposeídos
(The Dispossessed)

Ursula K. Le Guin
Ediciones Minotauro



Los desposeídos: una utopía ambigua se publicó en 1974 y, un año después, recibió los Premios Hugo y Nebula. Es una de las tres novelas principales del conocido como Ciclo Hainish o Ekumen, junto con El nombre del mundo es bosque y La mano izquierda de la oscuridad, que Minotauro ha publicado recientemente en un volumen conjunto: Los mundos de Ursula K. Le Guin.

El científico y filósofo Shevek, originario de Anarres, un planeta aislado y anarquista, emprende un insólito viaje al planeta madre Urras, con el objetivo de avanzar en la teoría que permita la construcción de un “ansible”, es decir, un dispositivo de comunicación entre planetas que supere las barreras físicas del tiempo y el espacio. (Aunque Los desposeídos es la quinta novela que Le Guin escribió sobre el Ciclo Hainish, cronológicamente se sitúa en primer lugar ya que en ella el ansible todavía está en su fase inicial.) En el mundo imaginado por Le Guin, que podríamos situar hacia el 2300, el tiempo es entendido de forma mucho más compleja que la nuestra. No tiene sólo implicaciones físicas y matemáticas, sino también filosóficas y éticas.

viernes, 3 de abril de 2009

Cuentos desde el Reino Peligroso, J.R.R. Tolkien

Cuentos desde el Reino Peligroso







Cuentos desde el Reino Peligroso
J.R.R.Tolkien
Ediciones Minotauro
ISBN: 978-84-450-7734-4
400 páginas


Fantasía es una tierra peligrosa, con trampas para los incautos y mazmorras para los temerarios. Fantasía no puede quedar atrapada en una red de palabras; porque una de sus cualidades es la de ser indescriptible, aunque no imperceptible.

Hacía años que no leía a Tolkien, de quien, confieso, hasta ahora sólo conocía su obra más importante (El Señor de los Anillos) y sus “anexos” (El Hobbit y El Silmarillion). Me enfrenté a estos Cuentos desde el Reino Peligroso con cierto temor a encontrarme con textos de calidad e interés muy inferior a los mencionados que, en cada nueva lectura, sigo encontrando maravillosos. Sin embargo, se trata de una curiosa y acertada selección de cinco relatos y una conferencia que nos ofrecen una visión bastante ajustada de la evolución de Tolkien como escritor de textos fantásticos. Para broche, el volumen se completa con las siempre bellísimas ilustraciones de Alan Lee, también autor del epílogo.

Eso sí, admito que me salté las normas derivadas del índice y comencé la lectura por el final, es decir, por la conferencia titulada ‘Sobre los cuentos de hadas’ que Tolkien impartió en 1939. Ya sólo por ella vale la pena el libro. No me arrepiento de mi “trampa”, pues me permitió apreciar los textos bajo una perspectiva global, valorarlos dentro de la trayectoria del autor.

Tras haber concluido el libro me doy cuenta de que mi favoritismo hacia un relato u otro sigue exactamente el orden marcado, que no es más que el orden “evolutivo” de la propia literatura de Tolkien.

viernes, 27 de marzo de 2009

El nombre del mundo es bosque, Ursula K. Le Guin

El nombre del mundo es bosque





El nombre del mundo es bosque
(The word for world is forest)
Ursula K. Le Guin
Minotauro



El nombre del mundo es bosque se publicó en 1976, aunque está basada en una novella que Ursula K. Le Guin escribió en 1972 y que mereció el Premio Hugo. Forma parte de lo que se conoce como el Ciclo Hainish o Ekumen. A pesar de que la autora niega la existencia real de una saga (como sí se confirma en las novelas de Terramar), es indudable que todas las historias que se enmarcan en dicho ciclo tienen elementos comunes.

Tres de las principales historias ambientadas en este ciclo son La mano izquierda de la oscuridad (1969), Los desposeídos (1974) y El nombre del mundo es bosque (publicada en tercer lugar pero cuya creación la sitúa en segundo puesto), que hace un año Minotauro publicó en un volumen conjunto, Los mundos de Ursula K. Le Guin.

La ciencia-ficción de Le Guin se caracteriza por su interés en las ciencias sociales; así, aunque las historias estén situadas en mundos imaginarios, todas están empapadas de reflexiones antropológicas y sociológicas, en donde la cultura, la identidad sexual, el feminismo y la ecología son temas fundamentales.

En el universo Hainish conviven diferentes razas descendientes de una civilización humanoide ancestral que habitaba el planeta Hain y que colonizó numerosos planetas, incluido la Tierra. Si bien la mayoría de las razas resultantes son similares a la humana, la ingeniería genética provocó importantes modificaciones; en el momento actual cada colonia actúa en solitario, olvidando el resto de mundos afines. Las historias de este ciclo se centran en los esfuerzos por restablecer la civilización a escala galáctica mediantes viajes interestelares y la utilización del “ansible”, que permite la comunicación instantánea a pesar de los años-luz de distancia. Para ello, en una primera fase se crea la Liga de los Mundos, formada por nueve planetas conocidos y sus colonias; mientras en la segunda fase (que empieza en La mano izquierda de la oscuridad), los ochenta planetas restantes se unen en el Ekumen (“el mundo inhabitado”).

viernes, 27 de febrero de 2009

[Algo para compartir] Jacek Yerka

Mi último descubrimiento del mundo de la ilustración llegó esta mañana a través del correo electrónico, y conociendo mi debilidad por el surrealismo era obvio que me encantaría...

Se trata del artista polaco Jacek Yerka (1952). Muy en la línea de Daniel Merriam, con un toque a lo Magritte y otro a lo Escher.

No me importaría nada visitar esos mundos...


jueves, 26 de febrero de 2009

Grandes acontecimientos lectores

El pequeño vampiro lee1. En el comienzo fue leer y escribir. Por mis padres sé que mi ilusión por comenzar la escuela descansaba en este aprendizaje; también en ello se concentró mi primera decepción estudiantil, ya que el primer día salí muy frustrada y todavía sin ese conocimiento que tanto ansiaba poseer. Luego vinieron las clases monográficas de vocales y consonantes, las mamás que mimaban y las hojas de cuaderno abarrotadas de repeticiones.

2. Años después (ya en la época de los dictados) recuerdo dos grandes acontecimientos en relación a los inicios de la lectura/escritura. El primero fue el reparto masivo de bolígrafos, ¡los sustitutos de los lápices! Ese día nos sentimos adultos: el paso del grafito a la tinta significaba una responsabilidad que nos orgullecía y atemorizaba por igual. Lo escrito, escrito quedaba. Testimonio permanente, imborrable (no se engañen: las gomas de borrar tinta anulan el error mediante el agujero, y el tippex lo hace mediante la huella blanca). La tinta nos decía que éramos mayores, se nos dotaba de un arma poderosa con la que encarar el futuro de ahí en adelante.

3. El segundo fue el momento en que la maestra anunció que debíamos escribir… “algo”, algo denso y largo, algo que saliera de nosotros. El trabajo pasaba de ser el de copiar al de redactar; ahora eran nuestras palabras las que dirigían el bolígrafo. Recuerdo con claridad lo mucho que deseaba escribir sin copiar, era otra nueva responsabilidad que me sumaba años. Adoraba las redacciones de tema libre.

4. Entre estos grandes acontecimientos rescato también las lecturas compartidas durante la infancia, el intercambio de libros entre los amigos (es por eso que son contadas las colecciones completas que llegué a tener de las novelas en serie). El pequeño vampiro, Los cinco, Santa Clara… Y cómo nos apropiábamos de los personajes en los recreos.

5.La incertidumbre de “escoger las lecturas”, de crear mi propia guía literaria. Bien mirado puede resultar algo absurdo, pero muchas veces me pregunté cómo sabría (si es que algún día lo lograba) distinguir la buena de la mala literatura, cómo averiguaría mi camino a seguir dentro de la lectura. Durante la infancia intervenían manos ajenas de forma muy directa y el colegio era un hervidero de modas; es cierto que desde pequeña me ha gustado acudir a las librerías y escoger, pero por algún motivo consideraba que esa elección carecía de verdadero peso. Miraba hacia adelante y me preguntaba qué libros me aguardarían en mi vida adulta, cómo y con qué capacidad recaería en ellos. ¿Sería capaz, alguna vez, de definir mis gustos? Sin saberlo, esos gustos ya se estaban formando entonces, pasito a pasito, a través de lecturas cada vez más complejas, más variadas.

6. Aturullarme en una biblioteca, espiar con mayor o menor disimulo (ejem) las librerías en casas ajenas, sentir que he leído poco y que mis libros son escasos, notar el latido rápido ante un descubrimiento literario, arrugarme internamente ante la desesperación de conseguir determinado título (ese deseo brutal de posesión), repetir una lectura, subrayar una frase. Abrir un libro.

lunes, 23 de febrero de 2009

Nueva tanda de ex libris

Estos últimos días he aprovechado para diseñar nuevos ex libris "caseros"; me gusta renovarlos cada cierto tiempo y cada vez los personalizo más. Así que con paciencia, ilusión y Photoshop (imprescindible) de momento me he hecho cuatro. He preferido escanear los impresos, ya que el tipo de papel que he usado también aporta un toque especial (a pesar de que la imagen no es muy buena).

Como tengo la suerte de tener a los artistas en casa, he conseguido "imágenes exclusivas": las dos primeras ilustraciones son mi padre (¿reconocen los rasgos del primer sujeto?), el caballero sentado es de mi madre y el gato doble es una aportación mía de mis primeros intentos con el Freehand.

Ahora sólo me queda conseguir un buen montón de libros nuevos para lucirlos...



Forges y el libro (VI)

martes, 17 de febrero de 2009

Trivia de Arte 21

¿A qué obra pertenece este fragmento?




SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 21:


Predicación de san Marcos en Alejandría, Bellini

Predicación de san Marcos en Alejandría
Gentile Bellini
1504-1507
Pinacoteca di Brera, Milán

lunes, 16 de febrero de 2009

Las cosas, Georges Perec

Las cosas, Georges Perec


Las cosas
(Les choses. Une histoire des années soixante)
Georges Perec
Anagrama
ISBN: 978-84-339-1183-4
158 páginas


Georges Perec fue un escritor peculiar. Amante de la experimentación, del juego literario, del descubrimiento de nuevas vías estéticas, obtuvo el Premio Renaudot en 1965 con su primera novela, Las cosas. Dos años más tarde se unió al OuLiPo (Taller de Literatura Potencial), creado por Raymond Queneau y François Le Lionnais en 1960, y del que formaban parte escritores (Italo Calvino, por ejemplo), matemáticos y pintores (Marcel Duchamp). Directamente ligado al Colegio de Patafísica, el objetivo del OuLiPo era la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca, todo esto, por lo general, mediante la unión de la literatura con las matemáticas.

Bajo esta influencia Perec compuso la mayor parte de su obra literaria: en La desaparición no aparece ni una sola vez la letra “e” (la más común en francés y que, en su traducción española, fue sustituida por la “a”); en oposición, en Les revenentes, sólo utiliza esa vocal. En Alphabets, no repite ninguna consonante sin haber usado antes todas las restantes del alfabeto, y en su novela más conocida, La vida: instrucciones de uso (1978), articula la trama mediante el movimiento del caballo en el ajedrez.

Si bien en Las cosas esta experimentación todavía no ha aflorado, sí se perciben en ella otros rasgos que serán constantes en la literatura de Perec. Uno de los más llamativos es la descripción al detalle basada en objetos, en posesiones, en cosas. Perec recurre con frecuencia a la enumeración de artículos que, lejos de ser una retahíla insustancial de elementos de catálogo, se convierte en la clave definitoria de cada personaje. En realidad, en esta su primera novela se erige en el centro de la historia. Son las cosas, que se poseen o que se anhelan, las que escriben el devenir de la pareja protagonista, Sylvie y Jérôme.

Leer reseña completa en Papel en blanco.

sábado, 14 de febrero de 2009

El horror de Dunwich, H. P. Lovecraft

El horror de Dunwich





El Horror de Dunwich
(The Dunwich Horror)
H.P. Lovecraft
Libros del Zorro Rojo
ISBN:9788496509924
90 páginas



La semana pasada comenté que durante el 2008 Libros del Zorro Rojo publicó dos obras ilustradas con textos de H. P. Lovecraft: Bestiario y El horror de Dunwich. Hoy hablaré de esta última.

El Horror de Dunwich es una novela corta escrita en 1928 y publicada por primera vez un año más tarde en la revista Weird Tales. Se la considera una de las historias integrantes de los Mitos de Cthulhu, una especie de panteón de divinidades extraterrestres. Recordemos que si bien los primeros mitos fueron obra directa de Lovecraft, quien realmente clasificó a estos seres fue August Derleth, uno de los escritores que formaron parte del llamado Círculo de Lovecraft. Derleth creó a los Dioses Arquetípicos y los contrapuso a los Dioses Primigenios, con lo que introdujo una variación que no estaba presente en la creación original de Lovecraft: el factor moral por el que los dioses son “buenos” o “malos”.

La influencia más evidente en El Horror de Dunwich es la literatura de Arthur Machen, de hecho el nombre de Dunwich es mencionado en la obra de éste El terror.

viernes, 13 de febrero de 2009

Lo que aprendí de Cortázar

Julio CortázarCon sus libros descubrí el valor de la sorpresa, que no siempre viene dada en el párrafo final.

Recordé un acento, una forma de hablar que permite la calle pero de la que el papel suele desconfiar: él supo darle la naturalidad precisa, la complicidad de un lenguaje que nombra a sus personajes y los sitúa, del lado de acá, del lado de allá, de otros lados.

Con Cortázar aprendí a jugar con la literatura, a dar vuelta a las palabras sin perder el ritmo, la sonoridad, la plasticidad con que se unen.

Me di cuenta de que los almanaques están llenos de cosas, de que mis cuadernos gordos de recortes tienen sentido, no están solos.

Conocí a los cronopios, que alegran los días nublados casi siempre a fuerza de ponerlo todo patas arriba. Ahora sé que es bueno verle el lado cronopio a la vida, respirar de vez en cuando como si no hubiera nada más importante que cantar catala y bailar tregua espera tregua.

Lloré de risa y de tristeza, incluso al mismo tiempo. Horacio y La Maga. Rocamadour, bebé bebé, Rocamadour.

Me indigné conmigo misma por no haber dibujado ni saltado nunca una rayuela, siempre vistas a los lejos, pintadas por otros. Desconocidas.

Sentí, con más intensidad, que podía convertirme en papel impreso durante un rato. Conocer las calles de París; pasear, ya adulta, por Buenos Aires. Perderme en un jersey. Estar adentro de esas frases que cuentan una historia.

Con Cortázar aprendí a leer. No mis primeras líneas ni mis primeros libros. Sino que aprendí a leer más allá, a engordar la página hasta poder verla con forma de laberinto, llena de cruces y posibilidades.

Y, además de todo esto, confirmé una intuición. Certifiqué que la fantasía no se esconde; se deja ver en todas partes. Lo más pequeño, lo que parece más natural, eso que ni siquiera miramos para no perder el tiempo, ahí mismo, en el centro, se vuelve fantástico, grande, mágico. Él supo verlo, vivirlo y escribirlo.

Publicado en Papel en blanco

jueves, 12 de febrero de 2009

Casa tomada

Mi primer recuerdo es un objeto verde, erizado y húmedo. Cronopio. El oso grande y peludo del que jamás dudé que fuera capaz de deslizarse por las cañerías; era así, naturalmente. El manual de instrucciones. Cómo llorar (tres minutos). Cómo dar cuerda al reloj (ese pequeño infierno florido). Cómo tener miedo (esa página en blanco anunciadora de muerte). Cómo subir una escalera (la difícil combinación del pie y el pie). Después, la demoledora tristeza del cronopio a la salida del Luna Park, ay, con la tostada mojada por las lágrimas. A cronopio triste, servidora triste. Yo chiquita y feliz comiendo un “pancho” y viendo las piruetas de los patinadores en ese mismo Luna Park en donde el cronopio triste con el reloj atrasado. Desdichado y húmedo.

En algún tiempo impreciso me adentré en sus cuentos. El primer acceso fue por la casa; los ovillos de lana de Irene. La nube invisible que tomaba cada habitación en silencio, puerta tras puerta. Sin darme cuenta mi casa también estaba siendo tomada, con mayor lentitud que la literaria, pero con pasos (letras) certeros, seguros. Mi nube tenía rostro, despejado al principio, con barba después, y año tras año me fue tomando, como lectora, como apasionada de las palabras, como aspirante a. La lectura de su casa se produjo desde la mía, es decir, desde las manos de mis padres, ávidos de libros, amantes de Cortázar. Leí ese cuento como si estuviera ante un tesoro, ante un legado transmitido por la sangre. Por ello no puedo desprenderme de él, no puedo definirlo, tan sólo sentirlo como el comienzo, como la primera puerta por la que tomó m i casa.

Llegó Rayuela. En muy mala época. Dieciséis años, edición en tapa dura de colección barata. Hacía tiempo que no leía a Cortázar, ni siquiera me importaba. La leí entera, pero mal. Me enamoré de Gregorovius, subrayé con lápiz la mitad de las morellianas, el capítulo 7 y el 68, quedé hecha un asquito después de Rocamadour y, en general, entendí muy poco.

Pasó el tiempo, recaí en los cronopios que perdí inexplicablemente en algún lugar (prefiero pensar que ellos solitos salieron a recorrer mundo) y otra vez en sus cuentos.

Entonces ocurrió. Estaba callada y tranquila, y vinieron de repente, cada día con un poquito más de intensidad. Esas ganas irrefrenables, incontrolables, desesperadas, sí, de conocer Rayuela. En apariencia esta época sería mucho peor que la anterior, puro cambio (casa, vida, gente), todo inestable, pero no podía luchar contra eso que me salía de adentro, que me hacía saltar. Fue el primer uso de mi carnet de biblioteca de barrio (renegué de mi fea edición desangelada), lo último que leí en el 2002 y lo primero del 2003. Tres días devorados por La Maga, Horacio, Traveler y Rocamadour. Me reencontré con Ossip, pero al fin comprendí a Oliveira, me llené de subrayados mentales, lloré a moco tendido con la carta, sentí que estaba adentro. Realmente sentí que estaba dentro. Tomada por completo.

Un año y medio más tarde, bajo promesa de lectura conjunta (que no me costó cumplir), emprendí mi tercera lectura algo temerosa por el tópico de “ya no será como la primera vez”. Otros tres días devorados por el mundo-Maga, el mundo-Oliveira, el mundo-mandala-rayuela. Lo sabía todo de antemano. No importó. Porque volví a llorar a moco tendido. Saqué punta al lápiz y marqué y subrayé y abrí la boca ante el genio y el juego. Volví a sentir que estaba adentro; que, por suerte, siempre lo estaría.

Di la vuelta al día en 80 mundos, hablé con Lucas, conocí más cuentos y armé y desarmé de nuevo el 62. Comencé el 2008 con el primer plato de las cartas (subrayé, lloré, anoté signos de exclamación en los márgenes); ahora junto fuerzas para el segundo y casi odio el tercero por ser el último. Pero tengo el corazón alegre ante los papeles inesperados.

Ésta es, en versión abreviada, la secuencia de mi casa tomada. De cómo partí de la nada y terminé en la necesidad. De cómo aprendí a amar la literatura, todo lo que las palabras son capaces de crear. El porqué no me avergüenza confesarme incondicional de alguien, tener la foto en la pared para escaparme en ella cuando la hoja en blanco me persigue.

Por todo esto, pero por mucho más: gracias.

Buenas salenas cronopios cronopios.



Julio Cortázar

viernes, 6 de febrero de 2009

Bestiario, H.P. Lovecraft

Bestiario





Bestiario
H.P. Lovecraft
Libros del Zorro Rojo
ISBN: 9788496509931
68 páginas




El 19 de enero pasado se conmemoró el 200 aniversario del nacimiento de Edgar Allan Poe, posiblemente uno de los autores que más influencia ha tenido en escritores posteriores de relatos de misterio y de terror. Admirador de Poe fue también otro importante referente en la literatura de inspiración gótica y fantástica: H. P. Lovecraft (1890-1937).

Si Poe nos describió con maestría la convivencia de los vivos con los muertos, el afán de supervivencia más allá de la tumba, los crímenes atroces que puede cometer el ser humano…, Lovecraft convirtió en literatura pesadillas dementes, mitologías bestiales, mundos extraterrestres. Creó, ante todo, el ambiente adecuado para que el lector, solitario, cálidamente resguardado en el sillón de su casa, se viera embargado por un sentimiento paralizante, incontrolable, oculto en el último de sus recuerdos: el miedo.

La imaginación de Lovecraft incorpora al clásico terror sobrenatural de demonios y fantasmas elementos de ciencia-ficción y fantasía en los que se concede gran importancia a los mitos propios, es lo que suele conocerse como terror cósmico materialista. En su universo de fuerzas aterradoras y primigenias, el hombre no es más que un insignificante ser que se encuentra a merced de la voluntad de dioses monstruosos.

jueves, 5 de febrero de 2009

La alegría en el fondo de un cajón

¿Se imaginan una vieja cómoda, carcomida, olvidada, ninguneada en un rincón? Cinco cajones que, posiblemente, nadie haya abierto en muchos años. Los abrimos, no sin dificultad, y vuelan los papeles, quizás mecanografiados, quizás garabateados a mano. Saltan tres cronopios, varios Lucas, un Manuel pícaramente sensual, poemas, juegos, palabras, palabras, palabras...

Todavía nos quedaba una partida pendiente a la rayuela.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El viaje del elefante, José Saramago




El viaje del elefante
José Saramago
Editorial Alfaguara
ISBN: 9788420474632
270 páginas



Hace casi una semana que concluí mi lectura del último libro de José Saramago, y todavía en estos momentos no sé bien cómo escribir sobre ella. Él mismo se refiere a El viaje del elefante como un “cuento largo” más que como una novela, quizás sea ese rasgo lo que lo diferencie del resto de sus textos.

El estilo es indudablemente al que nos tiene acostumbrados: fluido, directo, claro y profundamente literario. Leer una sola frase de Saramago es leer el libro completo, parece que las páginas avancen solas, hasta que nos damos cuenta de que ya está, ya se terminó, y le decimos adiós a la contracubierta. Saramago atrapa, y lo hace por su lenguaje, por su forma de narrar lo más simple haciéndolo brillar como si fuera pura magia, y también por lo que cuenta, por esas historias hermosas (Todos los nombres) o descarnadas (Ensayo sobre la ceguera) o reflexivas incluso desde el humor (Las intermitencias de la muerte).

lunes, 19 de enero de 2009

Tim, Vicent, Edgar

Hoy se conmemoran 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe, maestro del terror, inspiración de tantos. Celebraciones siniestras lo homenajearán en distintas ciudades del mundo.

Yo celebro mi fiesta chiquita y privada con algunas palabras, con una cabecera un poco más a tono durante el día de hoy y una breve sesión de filmoteca. ¿A que Tim Burton no les parecerá un invitado inoportuno en estas circunstancias? Así que rescato uno de sus primeros cortos, delicioso, personal, tan Tim: Vincent. Homenaje directo a Vincent Price (quien pone su estupenda voz), pero con claras alusiones a Poe. Que lo disfruten.


Lo que aprendí de Poe

Hasta la palabra más tierna, más blanda, más destinada a la caricia puede erizarme el cabello: gato. Esa bola peluda y suave que ronronea panza arriba ya no es más un bichito inocente, ya no es gato con botas, valeroso y caballero. No. Tras Poe, sólo puedo temer a gato. Sé que me perseguirá más allá de la muerte, con sus uñas y sus huella sigilosas. No permitirá un error. Gato estará siempre ahí para recordar mis malos pasos, para arañar cada falta y manipular el destino.

Las máscaras, al final, develan el rostro. Sea el de la muerte, el de la vida, o el de la extraña conjunción de ambas. ¿De qué nos sirve el escondite y el disfraz? La máscara baila con su rubor malicioso, nos envuelve la cintura y sentimos ulular el tiempo con sabor a tierra.

El corazón, ah, el corazón. Le enseñamos a mentir, a ganar la astucia necesaria para ocultar a la máscara y a gato. Le damos cuerda como a un reloj para habituarlo a nuestro gobierno. Lo sepultamos bajo la sangre, los músculos, la piel. ¿Cómo va a poder hablar bajo tanta sepultura? Pero el corazón acompasa siempre la verdad con su latido de metrónomo, tic-tac, tic-tac, tic-tac…

Ahora temo a gato, a la máscara y al corazón. Siento unas alas negras y protejo mis ojos. Temo soñar. Temo despertar y no diferenciar la fantasía de la realidad, temo amar hasta el delirio y perder el control de mis sentidos. Siento repulsión al recordar el saquito con mis dientes de leche y el deseo supersticioso de aferrarme a un escarabajo maldito. Temo desplomarme como una casa vieja, enterrarme viva y sentir la suavidad de gato. Temo que el corazón me delate, con mis males, con mis miedos, con mis sombras. Tic-tac, tic-tac, tic-tac…
En el doscientos aniversario de Edgar Allan Poe
(19 de enero 1809-7 de octubre de 1849)

jueves, 15 de enero de 2009

Mentiras contagiosas, Jorge Volpi







Mentiras contagiosas
Jorge Volpi
Editorial Páginas de Espuma
ISBN: 978-84-8393-007-6
256 páginas



Desde el momento de su publicación me sentí atraída por este libro, mezcla de ensayo y ficción, sobre los límites de la novela y sus posibilidades de supervivencia. Volpi escribe de forma clara, directa, sin temor a mencionar sus preferencias y a arremeter contra los caminos que en ocasiones sigue la literatura o, mejor dicho, la industria editorial. Así pues, en los dos primeros capítulos encontramos una reflexión aguda, sincera y sumamente interesante sobre los derroteros de la ficción.

Volpi mantiene que la novela, en tanto que producto cultural, se erige también en un fruto de la evolución humana, y es el hombre el único animal capaz no sólo de mentir, sino de tramar mentiras verosímiles y luego disfrutar, aprender e incluso sufrir gracias a ellas. Porque, en realidad, la ficción no pretende conservar la mentira, sino crear una verdad independiente y coherente con sus reglas.

Leer reseña completa en Papel en blanco...

miércoles, 14 de enero de 2009

Trivia de Arte 20

¡Vuelve la trivia de Arte!

¿A qué obra pertenece este fragmento?


-------------------------------------------------------

SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 20:



El desayuno, François Boucher

El desayuno
François Boucher
1739
Óleo sobre lienzo, 81,5 x 65,5 cm
Museo del Louvre, París

 
La Rayuela Cosmicómica - © Templates Novo Blogger 2008