martes, 23 de diciembre de 2008

La figura de la alfombra, Henry James




La figura de la alfombra
(The figure in the carpet)
Henry James
Impedimenta
120 páginas
ISBN: 978-84-936550-8-2



Leer a Henry James es siempre una delicia. Lo son sus personajes, a quienes retrata con una profundidad psicológica aguda, de forma que hasta los que aparentan ser más superficiales nos ofrecen luces y sombras; deliciosos son también sus temas o, mejor dicho, el escenario, el momento y el ambiente en el que estos se desarrollan, y, por supuesto, es delicioso su lenguaje, su forma de presentar la historia a través del detalle, de lo que no se dice, del gesto minúsculo tras el que se revela el enigma.

La mayoría de las historias de James transcurren en una sociedad acomodada, exquisita, bellamente articulada a través de la apariencia, en donde todo presume de ser fino, delicado, digno de contemplación. Pero una vez que descorremos ese velo suave y amable lo bello se resquebraja, lo que antes parecía refinado ahora es abiertamente abyecto. Salen los demonios y caen las máscaras, pero James nos lo cuenta con elegancia, con suprema elegancia. De hecho, aunque no exista nada mezquino en alguna de sus historias, sí hay siempre algo oculto, un secreto, como bien indica Antoni Marí en la introducción de esta obra. La verdad sobre los personajes de Henry James suele estar disimulada por un envoltorio cortés, el mismo que nos podría hacer pensar que su literatura no va más allá de lo agradable, cuando en realidad es de una profundidad grandiosa.

James fue un autor muy prolífico, conocido sobre todo por sus grandes novelas, como Retrato de una dama o Los embajadores, obra esta última que consideraba el mayor logro de su actividad artística. Pero también destacó en el género de relato y de la novella (de extensión mayor que un cuento, pero menor que una novela). En este campo destacan Los papeles de Aspern, Daisy Miller y la muy conocida Otra vuelta de tuerca (1898). La figura de la alfombra, escrita en 1896, forma parte de su “segunda época”, en la que deja a un lado las novelas y se concentra en cuentos y obras de teatro.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Despertares, de Oliver Sacks




Despertares
(Awakenings)
Oliver Sacks
Anagrama, Argumentos
ISBN: 978-84-339-6219-5
600 páginas
Desde la primera vez que leí a Oliver Sacks, con Un antropólogo en Marte, quedé absolutamente fascinada en dos sentidos: uno, por las extraordinarias historias que narraba sobre alteraciones neurológicas (un tema por el que siempre he sentido gran atracción) y, dos, y aquí reside el auténtico motivo de mi fascinación, por la perspectiva que defiende sobre la enfermedad y su tratamiento. Sus libros se centran en temas que, a priori, todos catalogaríamos como “científicos” y, por supuesto, lo son, ya que se trata de casos médicos. Pero lo que a Sacks le interesa no es realizar una exposición sobre la enfermedad en términos puramente científicos, mecánicos y químicos, sino dar una visión sobre los paisajes existenciales en los que viven los pacientes, las experiencias individuales de cada uno con su enfermedad.

Aquí radica su éxito, no sólo el que cuantifica las ventas de sus libros, sino su calidad como científico y como persona. De ahí que, cuando en 2006, Dustin Hoffman presentó el premio ‘Music has power,’ que el Institute for Music and Neurologic Function le concedió a Oliver Sacks, afirmó que lo que en esos momentos estaban celebrando era su profunda humanidad.

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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Pausa


A la pregunta de si sigo por aquí, mi respuesta es: sigo, un tanto en la sombra, un mucho callada. Pero seguiré, iré retomando la voz y, espero, también la luz. Estoy atravesando un momento en el que mi cabeza parece la librería más desordenada del mundo, con estantes que tiemblan y volúmenes que amenazan con caerse. También podría decir que es un rayuela un poquito desdibujada, sin ánimo de tirar el tejo y empezar a saltar.

Agradezco a los que me habéis preguntado, los que os habéis preocupado por mi silencio y mi casita abandonada.

Esto es sólo una pausa, a la que espero que pronto le suceda el botón del "play". Quién sabe, quizás una nueva trivia sirva para recomenzar.

Tengo libros en mi mesilla, comentarios pendientes. Es curioso (o quizás todo lo contrario) que en momentos así, desinflados y grises, lo que me despeje sea la lectura sobre alteraciones en nuestra mente. Es Oliver Sacks y sus Despertares. Qué tonta, ¿será que inconscientemente haya recurrido a él para que me despierte...?

martes, 2 de diciembre de 2008

'Chac Mool', de Carlos Fuentes

Chac Mool

En estos días que se celebra el 80 cumpleaños de Carlos Fuentes con nutridos homenajes, escojo uno de sus cuentos para esta sección semanal. Ante todo, confieso que lo único que he leído de Fuentes son relatos de corte fantástico y la novela breve (o “cuento largo”) Aura; todos ellos me fascinaron por ese velo de misterio ambiguo entre la belleza y el terror. ‘Chac Mool’ fue, si mal no recuerdo, el primero que cayó en mis manos y, tras diversas lecturas, conserva su poder de atracción. Forma parte del volumen Los días enmascarados, el primer libro publicado por Fuentes, en 1954, y es uno de sus cuentos más conocidos.

Chac Mool es el término que designa cierto tipo de escultura que representa un hombre acostado sosteniendo un plato sobre el vientre. El nombre significa “jaguar rojo” en maya yucateco, y fue inventado por el explorador Auguste Le Plongeon a fines del siglo XIX. Estas estatuas aparecieron en Mesoamérica durante el posclásico, asociadas a la cultura tolteca y la mayoría de los ejemplares que hoy se conservan aparecieron en Tula y Chichen Itzá. Los expertos creen que se trataba de representaciones sagradas, utilizadas como piedras para los sacrificios. Aunque no está muy claro, según algunas fuentes el Chac Mool estaría relacionado con el dios de la lluvia.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Orígenes de la lectura en braille

Hace poco me enteré de una interesante iniciativa de la ONCE y de Planetalector.com sobre el sistema braille. En su 25ª edición, el concurso escolar de la ONCE se organiza bajo el lema: El braille. Leer y escribir es poder vivir en igualdad. El concurso, dirigido a los centros escolares, propone el diseño grupal de un cartel que refleje lo que el braille significa para las personas ciegas. Los centros participantes recibirán diversos materiales sobre la historia de este sistema y sobre la creación de la escritura en general.

Me parece una gran idea en la que me hubiera gustado participar en mis años escolares. Todos sabemos de la existencia del braille, pero poco acerca de sus orígenes o de su relevancia para los invidentes, así que decidí conocer un poquito más sobre este método de “descubrimiento del libro a través de las manos”.

Louis Braille (1809-1852) fue el creador del actual sistema de lectura que lleva su nombre. Louis perdió la vista en un accidente a los tres años. A los ocho, su padre logra que el niño sea aceptado en la escuela del pueblo en donde, a pesar de seguir las clases únicamente de forma oral, obtiene buenos resultados. Dos años después, en 1819 y gracias a una beca, Louis es enviado a un colegio especial para ciegos en París.

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

[Pequeño paréntesis] Forges y el libro (V)

Habréis notado que en las últimas semanas he actualizado el blog con cuentagotas. He estado bastante apurada de tiempo y, concretamente ahora, me estoy tomando unos días de relax (el lunes vuelta a la rutina...). Os pido disculpas con no poca vergüenza de tener abandonadita esta rayuela. Prometo remontar, escribir y contar. Seguir jugando de la tierra al cielo.

A vosotros, mis lectores y jugadores fieles, os dejo con una viñeta del genial Forges.


Forges

viernes, 21 de noviembre de 2008

[Algo para compartir] 110 años de Magritte


Varias de sus pinturas ilustran mis entradas y, hoy, durante 24 horas, lloverán hombres con bombín sobre Google.

Magritte sueña y sus pinturas sueñan con trascender las fronteras del marco. Nada es lo que parece, ni siquiera nosotros somos cómo parecemos. ¿Cómo nos ven los demás? ¿Qué imagen nos devuelve el espejo? Magritte, como Alicia, no se conformó con este lado. Y en su viaje encontró que las pipas, como todos los objetos, nos engañan; cuando desistimos, al camino no le faltan los zapatos, sino nuestros pies; las ventanas esconden paisajes en capas, uno tras otro, uno tras otro, ¿cuál es el verdadero?, y el cuadro, el arte, continúa más allá del lienzo.

Magritte me enseñó que los barcos están hechos de mar y que las rocas no pesan más que las nubes. Las estatuas lloran sangre y es posible juntar la noche con el día. Los besos cubiertos tienen sabor a inquietud. Y es hermoso llenar una copa de cielo.

Pero, sobre todo, Magritte me enseñó a soñar más allá de los sueños, a no conformarme con la primera imagen, a caminar, siempre, con la imaginación de la mano. A no ser, ni querer ser nunca, una copia en serie y con uniforme.


Golconde, Rene Magritte

jueves, 20 de noviembre de 2008

Trivia de Arte 19

Después de una pausa de una semana... nueva incógnita pictórica.

¿A qué obra pertenece este fragmento?



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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 19:




Las tres edades de la vida y la muerte
Hans Baldung
Hacia 1510
Óleo sobre lienzo, 48 x 33 cm
Kunsthistorisches Museum, Viena

miércoles, 19 de noviembre de 2008

El callejón de los milagros, Naguib Mahfuz

El callejón de los milagros
Naguib Mahfuz
Martínez Roca
ISBN: 978-84-270-3286-6
336 páginas

Sinopsis: Hamida es una joven que ambiciona casarse con un rico comerciante que la rescate de su mísera existencia. El modesto barbero Abbas estaría dispuesto a todo por ella, pero por mucho que la corteja no consigue conquistar su codicia. A Kirsha, el dueño del café del barrio, su inclinación por los muchachos le lleva a tal punto que ya no le importan los escándalos que provoca su lujuria, y la viuda Afifi, madura y sola, se reúne con la casamentera en busca de un joven que caliente su cama por las noches. Todo ocurre en el callejón Midaq, en pleno centro de El Cairo, donde una moderna radio ha sustituido al viejo poeta que recitaba el Corán. Allí todos comparten su tiempo, mientras la miseria convive en silencio con el amor y la desdicha.


Ha sido mi primera aproximación a Mahfuz y desde ya les digo que no será la única. Curiosamente la novela me ha terminado gustando más de la mitad hacia el final. Interesantes pequeñas historias con sabrosos personajes, descripciones muy sensoriales que vuelven real ese callejón odiado por unos y amado por otros. Sin embargo, sin embargo... no me he enamorado del libro. Me ha gustado y estoy contenta, pero no me ha arrebatado los ojos en estos días.

Lo mejor, sin lugar a dudas, es la construcción de los personajes, sobre todo por ese carácter de "impureza", es decir, que ninguno es totalmente bueno o malo (descripciones muy simples pero que abundan en la literatura). Todos ellos, en un momento u otro, se nos presentan con sus cualidades y sus defectos; su faceta más dulce, y la más baja.

Me sorprendió la figura del vagabundo "hacedor de mendigos". Fue al que pude imaginar con más viveza, casi como una rata arrastrándose por los callejones... Tremendo ese oficio de vivir a raíz de proporcionar la mendicidad a otros.

Me reí con la señora Afifi, su desesperación por casarse de nuevo, su tacañería y su dentadura de oro. También con la alcachueta y su "amoroso" negocio.

Sentí lástima por la ingenuidad y la bondad de Abbas...

Desprecié a Hamida por su manipulación de las personas (Abbas), su orgullo, su vergüenza, su doble cara.

Me gustó el final, con ese remanso de aguas otra vez en la indiferencia y la monotonía... Van y vienen los personajes, pero el callejón permanece.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Ex libris: la huella personal en los libros

Ex libris Jaromír Bílek Mucho antes de saber lo que era un ex libris ya tenía la costumbre de dejar mi impronta personal sobre cada libro que conseguía. Primero lo hacía del modo más “rústico”, la firma, tan informal, tan poco uniforme; después me regalaron un sello personal, mucho más limpio pero algo insípido (seguía conteniendo sólo mi nombre). Desde hace unos años, y haciendo uso de las fuentes artísticas familiares, confecciono de forma casera ex libris con estampas que renuevo cada tanto. Sin darme cuenta he seguido el camino natural de esta señal de propiedad y ya es una costumbre que he convertido en obligación: ningún libro ocupa mi biblioteca sin recibir antes su ‘marca de fuego’.

Literalmente ex libris significa de entre los libros y con este término nos referimos a las marcas de propiedad (una estampa, una etiqueta o un sello) que se suelen colocar en el reverso de la cubierta de un libro y que incluyen el nombre del dueño o de la biblioteca a la que pertenece el ejemplar. Por lo general, al nombre del propietario lo precede la expresión ‘ex libris’, aunque existen variantes como ‘ex bibliotheca’, ‘e-libris’ u otras menos formales (‘Soy de…’).

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¿Y vosotros, queridos lectores, marcáis vuestros libros de algún modo particular?


Ex libris Jaromír Bílek, República Checa,1962. Colección de Gian Carlo Torre.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Confieso

Que me hartó Cumbres borrascosas y que no soportaría estar en la misma habitación que Catherine y Heatcliff.

Pero sí viví con el corazón en un puño las desventuras (¿por qué tantas, por qué?) de Jane Eyre. En mi partido personal las cosas están Emily:0, Charlotte: 1 (aunque debería darle más puntos porque tuvo que publicar con nombre de varón).

Que no disfruté nada leyendo Madame Bovary, a pesar de los encantadores y pequeños pies de Emma.

Pero me sorprendí a mí misma al sumergirme de lleno en La Regenta, a pesar del resumen académico obligatorio que tuve que hacer de cada capítulo.

Lloré muchísimo con Werther a mis 17, pero no volvería a leerlo ahora.

En mi juventud devoraba los libros de Stephen King. Su novela sobre el hombre lobo fue una de mis peores compras y de lo peor que he leído. Creo que ése fue el punto de inflexión.

Empecé el Ulises dos veces, estoy en la mitad del primer tomo. No pienso abandonarlo.

Empecé a estudiar italiano para poder leer a Calvino en su idioma. Ay, luego vino el blog y aparqué los libros. Urgencia de retomarlos.

La primera vez que leí Rayuela... me enteré de la mitad. Gregorovius, Rocamadour, las morellianas.

No recuerdo lo primero que leí de Julio, ni cuándo. ¿Cronopios, casa tomada?

Entre mis lecturas de adolescente no estuvo El guardián entre el centeno. A estas alturas, no creo que lo lea jamás.

No he leído Tom Sawyer, sólo Huckleberry Finn (en una colección llamada La Locomotora que, en mi fuero interno, era la competencia de los éxitos de El barco de vapor).

De momento, sólo he buscado el tiempo perdido en el primer tomo. Entre mis aspiraciones están todos los restantes.

Que por hoy concluyo aquí mis confesiones lectoras a las que, seguramente, seguirán unas cuantas más.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cuentos de los Viudos Negros, Isaac Asimov

Cuentos de los Viudos NegrosCuentos de los Viudos Negros
(Tales of the Black Widowers)
Isaac Asimov
Alianza
ISBN: 978-84-206-5765-3

Dotado de una imaginación extraordinaria, Isaac Asimov ha alcanzado una inmensa popularidad basada principalmente en su innegable talento para la divulgación científica y en una extensa producción de narraciones de ciencia-ficción, cuya audacia y originalidad han dado lugar a una renovación decisiva del género. Menos conocida es quizá su faceta de escritor de relatos de misterio, a la que corresponde esta selección publicada bajo el título de Cuentos de los Viudos Negros. (Alianza)


Hacia 1974, Asimov reunió en un volumen una serie de cuentos de misterio que habían sido publicados en diversas revistas -la mayoría en Ellery Queen's Mystery Magazine-. Como explica en el prólogo, con anterioridad había abordado el género de misterio en sus relatos (Misterios de Asimov, 1968) y en alguna novela (Bóvedas de acero, 1954), pero siempre dentro de un ambiente de ciencia-ficción. Los Cuentos de los Viudos Negros, por el contrario, dejan de lado el tono futurista y fantástico para centrarse en historias en las que, siempre de modo casual, irrumpe algún misterio que se resolverá mediante un cuidadoso análisis de los hechos. Podría decirse que se conjuga el método deductivo estilo Sherlock Holmes con la casualidad y el humor del Padre Brown de Chesterton, porque si algo más caracteriza a estos peculiares caballeros es el sentido del humor.

En el mismo prólogo, Asimov narra de dónde surgió la inspiración para esta serie tan prolífica. Él mismo era miembro de un club exclusivo, los "Trap Door Spiders", que se reunían para cenar un viernes al mes. Por tanto, las personalidades de algunos de los personajes se basaron en personas reales. En la ficción, el origen del Club de los Viudos Negros parte de la idea de una serie de amigos de organizar reuniones sólo para hombres, para "alejarse" de sus mujeres al menos durante una noche. En cada reunión -celebrada siempre en el mismo lugar (salvo una excepción, al menos en esta entrega)- uno de los miembros debe llevar un invitado que será sometido a un interrogatorio, únicamente con el fin de promover una charla interesante. Por supuesto, en el seno de estas charlas surgirán los "misterios" que entre todos ayudarán a resolver. En realidad lo de "entre todos" debe tomarse con pinzas ya que, si bien el análisis de los datos es tarea global, la solución siempre llega de la misma mano: la de Henry, el camarero.

La serie resultó ser muy productiva, y a esta primera recopilación le siguieron unas cuantas más: Más cuentos de los Viudos Negros (1976), El archivo de los Viudos Negros (1980), Banquetes de los Viudos Negros (1984), Los enigmas de los Viudos Negros (1990) y El regreso de los Viudos Negros (2003, por tanto póstuma).

Ingeniosas, divertidas y muy recomendables para todos los amantes del misterio, el humor elegante y la deducción.

sábado, 8 de noviembre de 2008

[Algo para compartir] Raymond Peynet

Mi descubrimiento de Peynet tuvo su lado curioso y, al mismo tiempo, triste. Hace varios años, cuando yo residía al noroeste de esta tierra, el negocio familiar era visitado con frecuencia por un amante de los libros, bastante frustrado por no tener una descendencia que compartiera tal devoción. No sé cómo, un "buen" día le llegó la noticia de que los nuevos habitantes de una casa en el medio del campo estaban deshaciéndose de los restos dejados por sus anteriores habitantes, una familia francesa. Entre esos "restos" había montones de libros y, como a los recién llegados debieron parecerles nomás basurita, ¡optaron por la hoguera! Sí, tal como lo oyen: decidieron quemarlos y, hala, todo como nuevo. Así que este bibliófilo salió al rescate y salvó todo lo que pudo del fuego. Por desgracia se perdieron tomos hermosos y, además, valiosos, ya que les aseguro que la biblioteca de esta gente no estaba compuesta precisamente por los bestsellers del año, sino por varios ejemplares de fines del XIX. Y, bueno, tuve la fortuna de que este hombre se acordara de mí y me tocó de regalo una buena pila de los "rescatados".


Como ya se pueden suponer, entre estos libros había uno de Peynet: Avec les yeux de l'Amour. Chiquitito, oliendo a viejo, de 1966, tapa dura en tela. Je, este mismo que venden en eBay (el mío sin la sobrecubierta):


Avec les yeux de l'Amour


Lo único que lamento es que las ilustraciones no sean en color, ¡pero son tan encantadoras! Los amorosos de Peynet han dado ya la vuelta al mundo; dicen que Brassens no hubiera escrito "Les Bancs Publics" sin ellos, y Aznavour les dedicó la canción "Les Amoureux de Papier". Hoy día existen cuatro museos donde se exponen estos "novios de papel" (Antibes, Brassac les Mines, Karuizawa y Sakuto-cho).



Les Amoureux
Les Amoureux

jueves, 6 de noviembre de 2008

Trivia de Arte 18

¿A qué obra pertenece este fragmento?



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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 18:



Paseo en barca a Schreckenstein, L. Richter

Paseo en barca a Schreckenstein
Ludwig Richter
1837
Óleo sobre lienzo, 116 x 156 cm
Kunstsammlungen, Dresde

De nostalgias

Hoy tengo ganas de estar nostálgica y, como cuando eso me sucede, prefiero mi propio silencio me refugio en lo que otros escribieron y cantaron.


COMARCA EXTRAÑA
Mario Benedetti

País lejos de mí / que está a mi lado
país no mío que ahora es mi contorno
que simula ignorarme y me vigila
y nada solicita pero exige
que a veces desconfía de mis pocas confianzas
que alimenta rumores clandestinos
e interroga con cándidas pupilas
que cuando es noche esconde la menguante
y cuando hay sol me expulsa de mi sombra

viejo país en préstamo / insomne / olvidadizo
tu paz no me concierne ni tu guerra
estás en las afueras de mí / en mis arrabales
y cual mis arrabales me rodeas
país aquí a mi lado / tan distante
como un incomprendido que no entiende

y sin embargo arrimas infancias o vislumbres
que reconozco casi como mías
y mujeres y hombres y muchachas
que me abrazan con todos sus peligros
y me miran mirándose y asumen
sin impaciencia mis andamios nuevos

acaso el tiempo enseñe
que ni esos muchos ni yo mismo somos
extranjeros recíprocos extraños
y que la grave extranjería es algo
curable o por lo menos llevadero

acaso el tiempo enseñe
que somos habitantes
de una comarca extraña
donde ya nadie quiere
decir
país no mío

(Geografías, 1982-1984)

martes, 4 de noviembre de 2008

Los más buscados

Uno de mis rituales al entrar en una librería, ya sea de las habituales, ya sea recién descubierta, es iniciar el recorrido de los "más buscados". Hablo de aquellos títulos que ni mi esperanza (cada día reforzada), ni la suerte (ese ser escapadizo), ni mucho menos el buen hacer editorial (al que en ocasiones vitupero interiormente) logran que lleguen a mis manos. Pero todavía conservo la ilusión, las ganas de corazón acelerado de encontrarlos algún día, como hechos en exclusiva para mí. Por supuesto, cuando eso sucede (porque "de vez en cuando la vida..." tiene a bien brindarme estos guiños) creo firmemente que se trata de una casualidad hermosa, de algún tipo de acontecimiento mágico que ha hecho que, durante ese momento exacto, coincidamos el libro y yo en el espacio-tiempo. La casualidad del instante preciso, porque de seguro que uno más o uno menos hubiera imposibilitado el encuentro.

Apuntemos ahora algunas de mis experiencias felices.

Allá por 1995, en plena euforia lectora sobre las raíces de la cristiandad (siempre en una rama histórica, pues mi fe no anda por esos derroteros), vi la película de Scorsese que cayó tan bien a la curia: La última tentación de Cristo. Como no podía ser de otro modo, quise conocer también el libro en el que se había basado, escrito por Nikos Kazantzakis. No disponible, descatalogado, quién sabe... Lo pedí a las librerías y me mantuvieron a la espera con expectativas falsas, tanto que alguna de ellas entró en mi lista negra (de ese modo tan vergonzoso que me impedía, por prudencia, dejar de visitarlas, pero que me consolaba pisando el establecimiento con gesto de reproche). Un buen día ocurrió el "milagro": en un paseo habitual por la zona entré, cual autómata, a la librería estigmatizada con el único propósito de buscar ese libro. Oh, allí estaba, recién recibido, recién reeditado en formato bolsillo. Fui hasta la caja casi como si tuviera un lingote de oro y estuviera rodeada por los cuarenta ladrones de Alí Babá, salí a la calle como si fuera una niña que acababa de haber visto a Mickey Mouse.

Otro final feliz fue el que me deparó Los propios dioses de Isaac Asimov. Fue el primer libro que saqué de la biblioteca tras una demorada y difícil mudanza a una nueva ciudad. Me maravilló tanto que quise tenerlo, poseerlo para mí solita, sin identificación de préstamo. Pues tampoco, en cada librería encontraba surtidas bibliotecas de Asimov... a falta siempre de éste. Un domingo en una Fnac hasta los topes de familias completas, surgieron estos dioses de los que había un solo ejemplar: el mío. Poco me importaron la larga cola, la calefacción exagerada o los minutos que se aproximaban con peligro a la hora de comer, pues todo era perfecto: lo había encontrado, me había encontrado. (También se trataba de una reedición reciente.)

El siguiente caso estuvo protagonizado por Thomas de Quincey y su muy peculiar obra Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Mi interés por este librito que apenas sobrepasa las cien páginas surgió en las clases de Ética de la facultad, de la mano de un también peculiar profesor (al que guardo gran cariño) que, entre Moro, Bentham (con su momia) y Hume, nos hablaba de Thomas de Quincey y de American Pycho. Mi infructuosa búsqueda terminó la mañana en que una compañera de clase (que apenas me había dirigido la palabra durante dos años) me avisó de que había localizado un ejemplar, manoseado y escondido, en la librería que estaba frente al campus. Sobra decir que salí corriendo en cuanto sonó el timbre (licencia poética: el fin de la clase eran nuestros relojes). Gran felicidad. Cuando uno o dos meses después Alianza decidió reeditarlo sufrí una extraña conmoción mezcla de risa y enojo.

Mi "casualidad" más reciente fue Los desposeídos de Ursula K. Le Guin. Por qué, por qué siempre tengo la necesidad imperiosa de leer la obra-que-no-se-encuentra... La primera decepción la viví el día que tuve al alcance el que debía ser uno de los últimos remanentes de la edición y cuya compra, con el juicio obnubilado y la cartera escasa, decidí demorar. Cuando pocas semanas después acudí a su rescate, me encontré con un establecimiento desolado que había cerrado las puertas para siempre. Pero el buen hacer editorial escuchó mi llanto y publicó, hace unos meses, esta obra y otras dos en un volumen. En esta ocasión la sorpresa la recibí en forma de regalo y casi se me salen los ojos cuando lo tuve.

En el momento actual mis esfuerzos están concentrados, desde hace ya demasiado, en una novela del desconocido en España Marco Denevi: Rosaura a las diez. Confieso que, en un momento de debilidad y desesperación, conseguí una versión digital que guardo en mi disco duro sin ánimo de abrirla. Mezcla de orgullo, de amor por el libro físico y de fe en la casualidad mágica que, seguro, seguro, de una forma u otra propiciará el encuentro.


viernes, 31 de octubre de 2008

Orson Welles y la Guerra de los mundos

Orson Welles Ayer, 30 de octubre, fue el Día de la Radio y qué mejor modo de celebrarlo que recreando un acontecimiento que pasó a la historia y puso de manifiesto el poder de los medios de comunicación: la emisión que hizo Orson Wells en la CBS de la Guerra de los mundos de H.G.Wells, precisamente el 30 de octubre de 1938, es decir, hace ya 70 años.

La Academia española de la radio revivió anoche la ficción basada en el relato de H.G.Wells, en esta ocasión en las voces de famosos locutores españoles: Primitivo Rojas (en los papeles de Orson Welles), Luis del Olmo, Juan Ramón Lucas o Ángeles Afuera, entre otros muchos. La emisión fue realizada por Radio 3, con la colaboración de la Cadena Ser, Onda Cero, Punto Radio, Onda Rambla, Radio Interconomía y Onda Madrid, y pueden escucharlo aquí:


Hagamos un poco de memoria.

La noche del 30 de octubre de 1938, un joven Orson Welles representó por la emisora de radio CBS una adaptación de la novela de ciencia-ficción de H.G.Wells, La guerra de los mundos. El programa fue organizado por el propio Welles con la colaboración de algunos de sus compañeros del Mercury Theatre, compañía teatral que él mismo había fundado. A pesar de que durante la emisión se avisó en tres ocasiones de que se trataba de una representación, su realismo fue tal que el pánico tomó la ciudad de Nueva Jersey, donde supuestamente estaba teniendo lugar la invasión extraterrestre. Sobra decir que este episodio le abrió a Welles muchas puertas en el mundo del cine.

La emisión duró cerca de una hora. A una breve introducción de Welles en la que explicaba la naturaleza del programa, le siguió un falso noticiario en el que se narraba, “en vivo y en directo”, el ataque de seres extraterrestres procedentes de Marte. En el minuto 40:30 apareció un nuevo mensaje aclaratorio y, a continuación, la narración en tercera persona de Orson Welles, en el papel del Profesor Pierson. Pero ya era demasiado tarde: los oyentes que habían sintonizado la emisora después de la introducción, creyeron que se encontraban ante una invasión auténtica y estaban colapsando las comisarías de policía y redacciones de noticias en un intento desesperado de protegerse de los gases letales emitidos por los extraterrestres.

La emisión original pueden descargarla desde aquí y leer la transcripción aquí.

jueves, 30 de octubre de 2008

Trivia de Arte 17

¿A qué obra pertenece este fragmento?


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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 17:



San Jerónimo en su lectorium, Antonello da Mesina

San Jerónimo en su lectorium
Antonello da Mesina
1460-1475
Óleo sobre lienzo, 46 x 36 cm
Galería Nacional de Londres

miércoles, 29 de octubre de 2008

La octava maravilla, de Vlady Kociancich

Antes que escritora, Vlady Kociancich fue periodista, crítica literaria y traductora; mientras cursaba la carrera de Filosofía y Letras en Buenos Aires conoció a Jorge Luis Borges, con quien estudió inglés antiguo y con el que mantuvo una gran amistad que duraría hasta la muerte del escritor. La octava maravilla se publicó en 1982 con prólogo de Adolfo Bioy Casares; tras ella vinieron otras novelas, libros de cuentos y ensayos, junto con diversos premios tanto en Argentina como en España.

Dice Bioy Casares en el prólogo de este libro que pueden distinguirse tres corrientes principales dentro del género fantástico: la que procura el terror (castillos, vampiros y cadáveres), la de la utopía y la que se manifiesta en construcciones lógicas, prodigiosas o imposibles, que suelen ser aventuras de la imaginación filosófica; la novela de Vlady Kociancich se inscribiría en esta última línea: una aventura de la imaginación filosófica, una historia de amor, de amistad, de traiciones, una busca infinita.

martes, 28 de octubre de 2008

Apuntes sobre Rayuela (IV)

Pont des Arts

La Maga


La Maga es, sin duda, uno de los grandes personajes femeninos de la Literatura, uno de los más queridos y también de los más misteriosos. Dentro de Rayuela y en contraposición al resto de personajes, la Maga carece de los conocimientos culturales que estos poseen y demuestran, sin embargo ella entiende lo que vive y lo que siente. Intuición, magia, libertad... Podemos llamarlo de muchas formas, al final es ella la mejor asentada en el mundo, la que no necesita buscar. La Maga encuentra. Encuentra lo que ella necesita y, más aún, sabe exactamente lo que quiere Horacio (cuando él mismo lo desconoce). La Maga es capaz de ver con los ojos cerrados, es la cúspide de lo sensorial. Mientras Oliveira pretende vivir en el lado (de acá, de allá) racional, ella vive en el pasional.

Curiosamente se trata de un personaje al que conocemos sólo a través de los ojos e impresiones de los demás. Sus pensamientos rara vez se nos presentan de forma directa, de hecho creo que uno de los pocos casos es la carta que le escribe a Rocamadour. Su forma de ser, de vivir, de comportarse, la sentimos mediante los pensamientos del grupo, en especial de Horacio. En el fondo, es imposible conocer a la Maga. Por mucho que Horacio diga, piense o sienta sobre ella, por mucho que los demás opinen o intuyan, no sabemos lo que la Maga piensa de su vida, de la vida. Por eso es para mí tan etérea.

Existe en algunos medios la tesis sobre una supuesta misoginia de Cortázar, teoría que nunca he defendido y que, además, me resulta ridícula. El hecho de que la Maga, uno de los personajes centrales de Rayuela, carezca del bagaje cultural que poseen los que la circundan, de que haya un "desnivel" de conocimiento y que el resto la vea a veces como un ser inferior por ese peldaño más bajo en que la colocan, no me parece que responda a una actitud misógina. No vería discriminación o saña ni aunque el personaje en cuestión fuera un hombre. Sobre todo porque opino que, en realidad, el mejor personaje de Cortázar, el más difícil y el más puro es precisamente éste.

Si bien es cierto que casi toda la novela está sustentada, de una forma u otra, en Horacio, en su visión del mundo y en su búsqueda sin rumbo, su complejidad y la de la Maga difieren. Horacio nos llega como una tormenta apabullante, arremete de todos lados. Veo en él una riqueza ilimitada, una figura de múltiples aristas, algunas de las cuales encajan y otras no —aunque él lo intenta por todos los medios.

Mientras Horacio se nos presenta de una forma abiertamente compleja, de la Maga no sabemos casi nada, con la salvedad de algún episodio concreto. La Maga no nos llega como una tormenta, sencillamente está ahí, aparece sin saber cómo, cuándo ni dónde. La Maga flota todo el tiempo, está en el aire, en ausencia o en presencia. La mayoría de los integrantes del Club la ven como un ser simple, tonto, ingenuo, pero en el fondo llegan a percibir esa errónea actitud: los datos que ellos tienen son fáciles de adquirir, la magia que la envuelve a ella, no.

Al final de la novela se ratifica lo que cada uno intuía en secreto: la Maga, esa presencia ausente, interruptora de preguntas absurdas, ajena al debate cultural que parece centrar los encuentros, es la verdadera figura aglutinadora. La Maga contiene y expresa todo lo que los demás no son y anhelan atrapar en algún pequeño momento. La Maga es siempre lo sentido, lo soñado, lo intuido, lo deseado. La Maga es el centro.

Creo que la diferencia entre Horacio y la Maga reside en la conciencia del absurdo. Rayuela es un enorme absurdo, un juego de vida con el que se bromea para tomarlo en serio, o al revés. Encontramos juegos absurdos, conversaciones absurdas, preocupaciones absurdas... conviviendo codo con codo con tristezas y pasados turbadores. Sin embargo, para mí, todo, absolutamente todo está impregnado de absurdo, al menos en una primera capa. Uno de los personajes donde más evidente es esto es en la Maga, porque ella es en verdad consciente del absurdo y, en consecuencia, ha optado por vivir dentro de él. En cambio, Horacio no termina por darse cuenta; se debate en un permanente oscilar entre "lo serio" y "lo lúdico", cuando ella ya ni siquiera se preocupa de esas denominaciones divisorias. En ocasiones parece que Oliveira quisiera vivir en serio el absurdo..., extrapolar las reglas del juego. Sabe bien cómo y qué es la Maga, lo que ella entiende y lo que sabe, y le revienta. Le revienta pero al mismo tiempo la ama por ello. Primero, porque ve que ella lo entiende mejor que él a sí mismo; segundo, porque ella puede volar, puede vivirlo todo, y él no.

En el fondo, pienso que lo que Horacio busca lo tiene siempre delante, alrededor, tocándole las orejas. La Maga es una encarnación de esa búsqueda; búsqueda absurda, como todo.

sábado, 25 de octubre de 2008

[Algo para compartir] Daniel Merriam

Otro regalito artístico desbordante de imaginación: las ilustraciones de Daniel Merriam. Su obra la descubrí hace varios años de la mano de un foro de literatura y, desde entonces, anida en mi disco duro con carpeta propia.

En 1998 se publicó el primer libro con sus pinturas, The art of Daniel Merriam. The impetus of dreams, que, según tengo entendido, está agotado. Desde 2005 forma parte del fondo permanente del Museo de Arte de Los Angeles. Ahora recibo la alegría de que el año pasado se publicó un segundo libro: The eye of a dreamer. ¿Lograré conseguirlo?

Ay, os juro que cuando veo estos mundos oníricos... ¡me entra una angustia tremenda de no poder visitarlos!




jueves, 23 de octubre de 2008

Juegos de la edad tardía, de Luis Landero

Juegos de la edad tardía




Juegos de la edad tardía
Luis Landero
Tusquets
ISBN: 84-7223-135-6
376 págs.


Juegos de la edad tardía fue la primera novela que publicó, en 1989, Luis Landero. Un año después obtuvo el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura, convirtiéndose en uno de los referentes de la narrativa española actual. La originalidad de sus temas, que parten de hechos cotidianos, casi vulgares, para erigirse en laberintos desbordantes de imaginación, junto con la pulcritud de su prosa y un sentido del humor entre la ternura y la fechoría, hacen de Landero un escritor personalísimo y que, a mi modo de ver, tiende puentes con parte de la literatura hispanoamericana.

Leer mi reseña completa en Papel en blanco

Trivia de Arte 16

¿A qué obra pertenece este fragmento?


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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 16:


La isla de los muertos, Arnold Böcklin

La isla de los muertos
Arnold Böcklin
1880
Óleo sobre lienzo, 111 x 155 cm
Museo Öffentliche, Kunstsammlung. Basilea

martes, 21 de octubre de 2008

Felicidad clandestina, de Clarice Lispector

Clarice LispectorLo primero que leí de Clarice Lispector fue precisamente lo último que ella escribió, una pequeña joya, atípica y sorprendente llamada La hora de la estrella. No recuerdo el impulso que me llevó a escoger algo suyo de los estantes de la biblioteca, si fue por recomendación o por pura casualidad en un día que necesitaba descubrir algo nuevo. Sea como sea, esto último se cumplió. Definitivamente nunca antes había leído algo como aquello. Tiempo después el libro elegido con mi carnet de socia fue este volumen de relatos (género que, afirman, fue su especialidad), Felicidad clandestina, que incluye un cuento homónimo imprescindible para cualquier apasionado de la lectura. Por desgracia se encuentra descatalogado, pero desde hace unos años podemos encontrarlo dentro de los Cuentos reunidos publicados por Alfaguara...


lunes, 20 de octubre de 2008

Cómo elijo mis libros

Esta mañana estuve escuchando una conferencia (más bien charla) impartida por Javier Marías hace unas semanas en la Fundación Juan March. En un momento dado se mencionó a la crítica y su influencia en el autor, lo que hizo derivar mi pensamiento hacia el papel de ésta en el lector. ¿Qué influencia tiene la crítica, digamos, "profesional" sobre cualquiera de nosotros a la hora de escoger un libro?

En mi caso concreto debería decir que prácticamente ninguna. Si comparamos el volumen de reseñas profesionales y de las "no profesionales" que leo, las segundas tienen la partida ganada. El desnivel se debe a varios motivos: el primero es que leo muchísimo más en internet que sobre papel (de hecho, los artículos que leo de un medio originalmente impreso suelo recogerlos de su versión digital), y casi todos mis sitios de referencia son blogs o, en todo caso, revistas culturales gratuitas. El segundo es que, salvo extrañas excepciones, la crítica profesional se centra en la novedad y, lo que es peor, en la novedad bien distribuida y bien vendida, con lo que sólo quedaría "cubierta" por lo último -cuando me declino más por lo escrito décadas o siglos atrás- y por lo más comercializado -ojo, aquí no me refiero a los bestsellers-. El tercer motivo es que prefiero que, si me hablan de un libro, lo hagan desde su experiencia personal, más sentimiento y menos teoría literaria. Es más, me acerco al análisis crítico puro y duro después de haber leído el libro (no le encontraría sentido hacerlo antes).

Por supuesto, de vez en cuando cae en mis manos un artículo con firma que merece mi interés y que, además, me incita a conocer esa obra, pero estos casos son los mínimos. Mi lista de próximas lecturas se nutre de: blogs (antes este papel lo ocupaban los foros), de paseos espontáneos por librerías o bibliotecas (un título que te atrapa) y de otros libros (éste es uno de los métodos más jugosos). Me interesa descubrir, tirar del hilo que me dejó una lectura anterior, sorprenderme con un título o un autor.

¿Y ustedes, cómo eligen sus lecturas?

sábado, 18 de octubre de 2008

¿Pueden suceder tales cosas?, Ambrose Bierce


¿Pueden suceder tales cosas?
Ambrose Bierce
Valdemar, Gótica
ISBN: 84-7702-501-0
446 págs.

El presente volumen, ¿Pueden suceder tales cosas?, es la más amplia recopilación de cuentos de Bierce publicada en España, y reúne los cuarenta y dos relatos de terror escritos por el singular autor norteamericano, desde los más conocidos ('La muerte de Halpin Frayser', 'El clan de los parricidas' o 'Un habitante de Carcosa') hasta los inéditos ('Una noche de verano', 'Un horror sagrado' o 'Cuerpos de la muerte').



Ojalá pudiera escribir con emoción de lectora feliz la reseña sobre este libro, sobre todo teniendo en cuenta lo que me costó conseguirlo (parecía que las fuerzas cósmicas se aliaban para impedírmelo). Tan enamorada de mi primer volumen de Valdemar (¡cuánto me gusta el diseño de esta editorial!) para acabar convirtiéndose en una lectura postergada por el... aburrimiento. ¡Ay, vergüenza me da admitirlo! Mi primera gran toma de contacto con “el amargo Bierce” no me ha deparado la satisfacción que yo esperaba.

Desde que hace un tiempo leí su cuento ‘Chickamauga’, que me fascinó, y algunas de las lúcidas definiciones de El diccionario del diablo me entraron ganas de conocerlo un poco más a fondo. Pensé que la recopilación de sus cuentos fantásticos sería una magnífica ocasión y que encontraría en ellos lo mejor de la literatura de terror del XIX. Sin embargo, me topé con una lectura que me resultó lenta y, casi en su totalidad, tediosa; no fui capaz de quedar atrapada entre sus páginas salvo en contadas ocasiones que ahora ni siquiera recuerdo. A pesar de la descripción detallada de atmósferas tétricas y cargadas de elementos sobrenaturales, no encontré el suspense, la tensión suficiente para permanecer a la expectativa del desenlace. Si bien no se concentró sólo en este género, veo que la crítica lo sitúa junto a Poe, Maupassant y Lovecraft; de hecho, parece que este último tomó algunos elementos de la obra de Bierce para sus Mitos de Cthulhu. Lo que conozco de Maupassant me ha gustado ligeramente más, así como lo poco leído de Lovecraft (precisamente algunos de esos mitos) y, sin duda, me sigo quedando mil veces con los relatos de Poe.

Quizás deba intentarlo con la que se considera su mejor obra, los Cuentos de soldados y civiles, donde se recoge el relato que me conquistó y uno de los que más me gustaron de esta “frustrada” lectura: ‘Suceso en el puente sobre el río Owl’.

Oh, espero que el alma perdida de Bierce no venga a interrumpir mis noches…

jueves, 16 de octubre de 2008

Trivia de Arte 15

¿A qué obra pertenece este fragmento?


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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 15:


El banquete de Cleopatra, Tiepolo

El banquete de Cleopatra
Giambattista Tiepolo
1746-1750
Óleo sobre lienzo
National Gallery of Victoria, Melbourne

miércoles, 15 de octubre de 2008

'Los que se alejan de Omelas', de Ursula K. Le Guin

Las doce moradas del vientoAl pensar en un relato para esta sección ['Un relato a la semana'] recordé casi al instante este texto leído hace unos años, en mi primer acercamiento a Ursula K. Le Guin. No soy asidua del género de la ciencia-ficción, pero reconozco que he tenido algunos “flechazos” que, por suerte, han pasado a convertirse en esos libros a los que siempre deseo regresar. Este cuento aparece recogido en Las doce moradas del viento y recibió el Premio Hugo al mejor relato corto en 1974 (a su vez, la antología fue merecedora del Premio Gigamesh en 1986)...

Los nadies, por Eduardo Galeano

Sebastiao Salgado Fotografía de Sebastião Salgado

LOS NADIES

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano





Colaboración en Papel en blanco


Desde hace unos días colaboro en un blog colectivo "sobre literatura, el arte de los libros y el apasionante mundo de la lectura" que, seguramente, muchos ya conocéis: Papel en blanco. Así que también podréis leerme por allí, ya no con seudónimo sino con mi nombre real.

martes, 14 de octubre de 2008

Fabulando blogs...

Monumento a Cervantes, Cartagena
Según Technorati y su Informe sobre el estado de la Blogosfera 2008, cada día se crean 900.000 posts nuevos de 133 millones de blogs indexados desde 2002. Al margen de la fiabilidad de estos datos, a estas alturas es muy palpable la importancia creciente que el fenómeno del blog tiene en la actualidad. Cualquiera puede abrir en cuestión de minutos, una bitácora donde expresarse de la forma que le venga en gana y comentar aquello que más le apetezca. Las primeras noticias que recibí sobre lo que era un blog apuntaban a diarios personales en los que alguien contaba sus aventuras y desventuras. Dicho así, sin mayor profundidad, no llegó a provocarme ni un gramito de interés: "una mezcla de prensa rosa y reality show", pensé. Por suerte, me equivocaba. La temática sobre la que puede versar un blog es tan diversa que resulta difícil no encontrar uno al que volverse asidua. Yo me "lancé" con la intención de abrir una ventana por la que compartir, con quien gustase, una de las cosas que más amo en el mundo: la literatura. Y aquí recalamos en la blogosfera literaria.

Como hoy día la tecnología nos sacude casi en cada esquina de la actividad humana era de prever que la literatura también encontraría una vía por la que expandirse. El mes pasado nos enteramos de que José Saramago, de 86 años (para que luego digan que internet es para las generaciones jóvenes), se unía al mundo de los blogs con su cuaderno personal, y Javier Marías, reciente miembro de la Real Academia, vuelca en su blog los artículos que publica cada semana en El País. Son sólo dos ejemplos de literatos de renombre que se han sumado al fenómeno.

Por otro lado, existen curiosas iniciativas en la blogosfera literaria: desde el 9 de agosto podemos leer, casi diariamente, las reflexiones de... George Orwell. Para los que no lo sepan, en Orwell diaries se transcriben las anotaciones personales que realizó el autor en su diario durante 1938. Cada entrada se publica el mismo día, setenta años después que su original. De forma análoga puede leerse El quadern gris de Josep Pla, noventa años más tarde de su publicación.

Hace unos días a raíz, precisamente, de una entrada sobre el Nobel portugués, un lector fabulaba sobre la idea de que Fernando Pessoa tendría, hoy día, un blog por cada heterónimo. ¡Qué increíble sería poder leer las reflexiones futuristas de Álvaro de Campos, la 'no-filosofía' de Alberto Caeiro o el clasicismo de Ricardo Reis! Y, por supuesto, al propia Pessoa comentándolos a todos.

¿Qué escritores, ya desaparecidos, tendrían un blog? ¿Se imaginarían haber leído las epístolas de Drácula "en directo"?

O los cuadernos de Kafka (aunque si se negaba a publicar su obra, dudo mucho que claudicase con un blog).

Sí, imagino, por ejemplo, a Virginia Woolf reclamando la escritura femenina o comentando las tertulias del Círculo de Bloomsbury.

Joyce relatando ese día de junio en la vida de Leopold Bloom y Setephen Dedalus.

Rilke aconsejando al joven poeta.

Perec exprimentando con las palabras, anotando las intimidades del edificio de la calle Simon-Crubellier o ideando juegos literarios con Calvino.

¿Y las tribulaciones de Werther? ¿Las meditaciones de los personajes de Dostoievski (y las suyas propias recaudando dinero para pagar las deudas)? ¿O los diálogos entre Sancho y don Quijote?

¿Escribirían Borges y Bioy Casares un blog a dos manos? Sería genial el de Macedonio Fernández o el de Machado, firmando como Mairena. Y qué risa lo que podría escribir Torrente Ballester o Fontanarrosa.

Por supuesto dejo el postre para el final: 'El blog de los cronopios', 'La bitácora de... un tal Lucas', 'La vuelta al día en 80 mundos' (qué título genial para un blog). ¿Y cómo sería Rayuela en formato bitácora...?

domingo, 12 de octubre de 2008

[Algo para compartir] Remedios Varo

El otro día descubrí un par de artistas plásticos que me llamaron mucho la atención, y pensé que era una pena dejarlos pasar y no compartirlos. Así que, de vez en cuando, haré un post sobre estos "descubrimientos" o sobre algunas "cosas bellas" que me he apetezca compartir.

El de hoy lo dedicaré a una pintora surrealista que descubrí hace poquitos días (Veronika tuvo algo que ver):


Remedios Varo (1908, Girona - 1963, Ciudad de México)

Su pintura es muy onírica, mística, simbólica, con algunos detalles que me recuerdan a un ilustrador que compartiré más adelante en esta sección.

Me es difícil escoger sólo uno de sus cuadros, pues todos los que he visto me fascinan, pero me decantaré por éste de curioso título:

Mujer saliendo del psicoanalista (1960)

Mujer saliendo del psicoanalista, Remedios Varo

Pueden ver muchos más (¡293!) en Ciudad de la pintura.



viernes, 10 de octubre de 2008

Apuntes sobre Rayuela (III)

Julio Cortázar
Rayuela dentro de la obra de Cortázar


Personalmente considero que Rayuela es la obra cúspide de Cortázar, aunque admito que no he leído toda su producción (todavía), y no pienso que sea tan similar a otros escritos suyos, prescindiendo de la estructura.

Está claro que Cortázar demuestra su talento en muchos de sus escritos, novelas, cuentos, poemas. Pero creo que lo que diferencia a Rayuela de todo lo demás es ser una suerte de punto de encuentro — de centro, si se quiere, así se riza más el rizo— entre la poesía, la novela y el cuento. Rayuela es "teóricamente" una novela (aunque él no la definía así), pero está plagada de pequeños cuentos y, lo que es más obvio, está escrita con poesía, a veces por su ritmo, otras veces por sus silencios. Con Rayuela siento más que nunca cómo es ser un personaje, que casi te resulta imposible creer que no sea real, que no está frente a ti. Por raro que parezca, esto no ocurre con cualquier lectura, aunque sea una de las metas a conseguir: identidad con los personajes, sentirlos vivos.

No sabría decir si prefiero al Cortázar cuentista o al rayuelístico, me quedo con los dos, pues los encuentro complementarios -una vez más. Como él mismo ha dicho, hay momentos en los que sólo puede escribir poesía, no habría posibilidad de prosa entonces. Pues a la hora de preferencias, me ocurre algo similar. Adoro sus cuentos, pero me apasiona Rayuela hasta el límite de la literatura. En algún momento llegué a decir que Rayuela es una novela plagada de cuentos, y lo reafirmo. Con su extraña estructura novelística tiene tantos pasajes perfectamente extraíbles y reconvertidos en relatos... En definitiva, no puedo decantarme por un Cortázar fragmentado.

Les dejo con sus propias palabras:
Personalmente creo no haber escrito nada mejor que "El perseguidor"; sin embargo, en Rayuela he roto tal cantidad de diques, de puertas, me he hecho pedazos a mí mismo de tantas y de tan variadas maneras, que por lo que a mí se refiere ya no me importaría morirme ahora mismo. Sé que dentro de unos meses pensaré que todavía me quedan otros libros por escribir, pero hoy, en que todavía estoy bajo la atmósfera de Rayuela, tengo la impresión de haber ido hasta el límite de mí mismo, y de que sería incapaz de ir más allá".
Julio Cortázar
Carta a Jean Barnabé, 3 de junio de 1963

jueves, 9 de octubre de 2008

Trivia de Arte 14

¿A qué obra pertenece este fragmento?


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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 14:


El martirio de santa Catalina, Lucas Cranach el Viejo

El martirio de santa Catalina
Lucas Cranach el Viejo
Hacia 1508
Óleo sobre lienzo, 112 x 95 cm
Iglesia reformada de Ráday, Budapest

41 años sin el Che

Ernesto Che GuevaraConsternados, rabiosos

Así estamos.
Consternados, rabiosos.
Aunque esta muerte sea uno de los absurdos previsibles.
Da vergüenza mirar los cuadros, los sillones, las alfombras.
Sacar una botella del refrigerador.
Teclear las tres letras mundiales de tu nombre en la rígida máquina que nunca, nunca, estuvo con la cinta tan pálida.
Vergüenza tener frío y arrimarse a la estufa como siempre.
Tener hambre y comer, esa cosa tan simple.
Abrir el tocadiscos y escuchar en silencio sobre todo si es un cuarteto de Mozart.
Da vergüenza el confort y el asma da vergüenza.
Cuando tu comandante, estas cayendo, ametrallado, fabuloso, nítido, eres nuestra conciencia acribillada.
Dicen que te quemaron.
Con qué fuego van a quemar las buenas, buenas nuevas.
La irascible ternura que trajiste y llevaste con tu tos, con tu barro.
Dicen que incineraron toda tu vocación, menos un dedo.
Basta para mostrarnos el camino, para acusar al monstruo y sus tizones, para apretar de nuevo los gatillos.
Así estamos, consternados, rabiosos.
Claro que con el tiempo la plomiza consternación se nos ira pasando.
La rabia quedará, se hará más limpia.
Estás muerto, estás vivo, estás cayendo, estás nube, estás lluvia, estás estrella.
Donde estés si es que estás, si estás llegando, aprovecha por fin a respirar tranquilo, a llenarte de cielo los pulmones.
Donde estés, si es que estás, si estás llegando, será una pena que no exista Dios, pero habrá otros, claro que habrá otros, dignos

Mario Benedetti

martes, 7 de octubre de 2008

Por qué leo

Friedrich,Caminante sobre el mar de nieblaLeo porque me gustan las palabras: sus árboles genealógicos, sus significados de mil puertas, cómo juegan las unas con las otras, cómo se encuentran por casualidad y crean belleza.

Leo porque imagino y porque, cuando imagino, leo. Veo páginas escritas en mi cabeza, despierta y también dormida (estas últimas resultan de lo más surrealistas). Los libros imaginan un comienzo -no siempre un final- y yo los aderezo a mi manera.

Leo porque adoro al libro como objeto. Más al viejo que al nuevo, el amarillento y oloroso, el de varias manos.

Leo porque abro mundos. Elijo el de cada día y soy yo misma y otra. Espacios simples al alcance de un billete de tren, espacios complejos de existencia cifrada.

Leo porque me gusta el café caliente y una buena charla. Converso con los autores, tan cercanos y afines a mi soledad. Tan amigos cuando yo estoy callada con todos.

Leo porque respiro mejor, veo mejor, siento mejor. Porque leo y vivo más, y mis pasos dejan palabras en el suelo, que me siguen, que me envuelven, que escriben nuevos libros con los que salir al mundo cada mañana.

lunes, 6 de octubre de 2008

Mafalda, siempre Mafalda

Porque siempre me engancho, la vuelvo a leer y el tiempo no pasa...

viernes, 3 de octubre de 2008

Mrs. Vértigo

Siempre he sido una persona amante de los recuerdos. Los guardo con cariño en frasquitos individuales, con su olor, con su lluvia o con su sol, con las voces y los paisajes. De vez en cuando saco el tapón y me sumerjo en ellos; otras veces los tapones se agujerean solos y me invade la brisa por sorpresa. Por lo general sonrío, incluso río, y me asusto de cuán cerca parecen por momentos a pesar de la línea del tiempo, ya tan transitada.

Estos días he desempolvado algunos de esos frasquitos y, lo que es mejor, lo he hecho fuera de mi mente. Al reencontrar a esas personas con su halo de recuerdos, he salido de mí para intentar verlo todo desde fuera, a ellos, a mí misma y al tiempo entre medias. Con algunas ha habido sorpresas; con otras sólo confirmaciones, unas para bien, otras para mal. Da un poco de vértigo -como cantaba Ismael Serrano hace una década- observar los años, los cambios y las permanencias. Con siete años, con trece, con dieciocho, con casi treinta. Tiras de los frasquitos y ves secuencias, como si estuvieras en un cine privado, del patio del colegio, del aula decorada con dibujos y atiborrada de carpetas, de las tardes de invierno en donde la noche recortaba las horas libres, de lo lejos que estaba entonces todo, de lo mucho que importaba algo pequeño que ahora me produce risa.

Está lo que pensábamos, lo que queríamos, lo que esperábamos. Los hay que ya no piensan en esa dirección y los hay que han seguido el caminito que comenzaron hace mucho; los hay que han modificado sus querencias hasta el susto, y los que han querido y siguen queriendo, a pesar de las caídas. Y casi todos esperábamos más, o menos, quizás sólo diferente.

Me produce alivio asegurarme de una buena llegada. De que hay quien llegó a donde quería, y a donde yo quería que llegara. No sólo se siente orgullo por los hijos, también por los amigos. En parte has seguido sus viajes, sus esfuerzos, sus decepciones, has puesto alguna baldosa en el camino. Quizás ellos no lo sepan nunca, el orgullo que siento cuando recuerdo y cuento años.


Discover Ismael Serrano!

jueves, 2 de octubre de 2008

Trivia de Arte 13

¿A qué obra pertenece este fragmento?


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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 13:

(Veronika)

The earth is a man, Roberto Matta

The earth is a man
Roberto Matta
1941
Óleo sobre lienzo, 183 x 239 cm
Colección privada, Chicago

miércoles, 1 de octubre de 2008

El libro de las ilusiones, Paul Auster


El libro de las ilusiones
(The book of illusions)
Paul Auster
Anagrama, Compactos
ISBN: 978-84-339-6812-8
344 págs.

Sinopsis: "David Zimmer, un escritor y profesor de literatura, se pasa los días bebiendo y cavilando sobre el minuto aquel en que su mujer y sus hijos todavía no habían subido al avión que estalló. Una noche, mirando la televisión, y por primera vez tras seis meses, algo lo hace reír. El causante es Hector Mann, uno de los últimos cómicos del cine mudo. Zimmer descubre que aún que todavía quiere vivir. Comenzará entonces a escribir un libro sobre Mann, un joven y enigmático cómico nacido en Argentina, que hace sesenta años se desvaneció sin dejar rastro. Después de publicar el libro, Zimmer recibe una carta de una mujer que afirma ser la esposa de Mann, y le sugiere que los visite a ella y a su marido en Nuevo México."

Paul Auster recibió el Premio Libro del Año 2003 otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid por esta novela.

Auster es uno de esos escritores que me han recomendado hasta la saciedad y que, a pesar de los elogios, no lograba despertar mi interés, ni siquiera con este tan alabado Libro de las ilusiones. Sin embargo, el azar bibliotecario -nunca mejor invocado, al ser uno de los temas recurrentes del autor- hizo que cayera en mis manos en el momento propicio: los días previos a un viaje en tren. Así que lo empecé a 250 km de casa y volví con él en el camino de regreso.

Cual sería mi sorpresa al comprobar que con las primeras páginas me hallaba completamente enganchada a la historia. Mientras las iba leyendo no dejaba de pensar por lo bajito: "vaya... no puedo creer que me esté gustando tanto..." Me sentía en verdad contenta y dispuesta a enarbolar con felicidad mi mala intuición. Pero resulta que a medida fui avanzando, el interés se fue desinflando, hasta el punto de que las últimas páginas las leí más por inercia que por auténtico fervor literario.

Por un lado, las detalladas descripciones de las películas de Mann me aburrieron y ralentizaron el ritmo; fueron pasajes en donde mi mente se dispersaba sin lograr detenerse en lo escrito. Disfruté con el comienzo -el nacimiento del interés de David-, con los primeros contactos a la distancia con Frieda y la propia historia de Héctor relatada por Alma. Pero todo empezó a ir cuesta abajo en el momento en que Alma y Héctor intiman y, sobre todo, cuando llegan a Tierra del Sueño. No pongo objeciones al desenlace, y confieso que sentí una rabia tremenda ante la actitud -por otro lado, con claros motivos- de Frieda, pero me quedé con un ligero sabor a decepción en los ojos.

El balance general es que no ha sido en absoluto una mala lectura, de hecho durante cierto tiempo me resultó muy buena e interesante, pero fue perdiendo fuelle hasta alcanzar un nivel vulgar, de mero entretenimiento comercial. Una lástima porque el arranque me tenía en ascuas.

No obstante, sí tengo curiosidad por leer algo más de Auster. Supongo que la tan laureada Trilogía de Nueva York.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Apuntes sobre Rayuela (II)

rayuel-o-matic

Una curiosidad:


La estructura: el tablero.


Encuentro fragmentos de magia y altura literaria en casi cada página de Rayuela, independientemente de sus capítulos ordenados, desordenados o patas arriba y vuelta a empezar. La lectura alterna me parece atractiva y, lo que es más importante, apropiada a la novela, a su título y a lo que subyace tras los principales personajes. No creo que el mismo método sea aplicable a otras obras, aquí la forma de leer Rayuela es como jugar a la rayuela. Pero, repito, al margen de eso —que ya forma parte de esta obra y es indivisible—, su alto valor no merma con capítulos correlativos al modo tradicional. Por tanto, considero que Rayuela es innovadora aun sin su tablero de dirección. Creo que la gran diferencia entre las dos primeras partes solitas y las tres juntas y completas es la riqueza, encontrar el centro del mandala. Mayor inmersión, un más amplio abanico de colores, una cercanía mayor a la Literatura. No significa que sin la tercera parte nada de esto pueda captarse, sino que, sin ella, falta el puntito final.

La estructura de Rayuela (tablero) es fundamental a la novela, porque es llevar a la práctica la teoría lúdica. Constantemente se nos dice que Oliveira está en búsqueda permanente de algo que no llega a alcanzar, en ocasiones La Maga lo entiende mejor que él mismo. ¿Han visto la de veces que se menciona "el centro"? El centro del mandala, las casillas de la rayuela (más evidente en los capítulos finales), ese constante deseo de tocar el cielo desde la tierra. Horacio está en un eterno juego de la rayuela, picando de casillero en casillero, perdido, sin saber cómo, dónde y porqué; pensando y analizando, y envidiando el sentir libre de La Maga. Todo este ir y venir de Horacio se refleja en la lectura alterna, es un modo de que el lector participe más: EL LECTOR ACTIVO. Todo termina siendo un círculo: ¿acaso qué es lo que escribe Morelli? El tablero nos ofrece la rayuela por adentro y por afuera.

Mis tres lecturas de Rayuela han sido mediante tablero; el motivo es que es el que más me ha atraído, por encontrarlo novedosos y, además, de algún modo innato al sentido de la novela. El tablero no es más que el juego de la rayuela, por lo que leerla de esta forma es imbuirse aún más en el universo de Cortázar. Lo lúdico que leemos se acrecienta en el lector lúdico. Para mí sí tiene sentido esta lectura y, de hecho, la considero perfecta para una novela como ésta, en donde lo interno y lo externo se fusionan a la perfección. Si bien los capítulos prescindibles no son necesarios para entender la historia que se nos cuenta, y a veces semejan ser algo del todo arbitrario, sí tienen una razón de ser aunque no siempre sea clara. Quizás lo más destacable de ellos sean las "Morellianas", sería triste perderse un personaje tan importante como el de Morelli... Al fin y al cabo, es él quien escribe el libro, ese libro que casi puede leerse como apetezca al lector: el "almanaque-rayuela-mandala". Los capítulos "de otros lados" ponen al descubierto la parte más juguetona y experimental de Cortázar —aunque es claro que la novela está plagada de juegos, sobre todo lingüísticos—, por eso son el colofón de la rayuela.

Tampoco creo que Cortázar haya pretendido hacer brillar esa forma/estructura por encima del resto de los elementos. Lo que sí creo es que la crítica y, sobre todo el público, son los que han ensalzado la forma por encima de la novela en sí. Si bien considero que el tablero es adecuado, acertado e imprescindible para una comprensión profunda, no es lo que primero destacaría de Rayuela. Pienso "Rayuela", y el orden de capítulos no es la primera imagen ni el principal color que me viene a la mente. Es TODO LO DEMÁS.


jueves, 25 de septiembre de 2008

Trivia de Arte 12

¿A qué obra pertenece este fragmento?


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SOLUCIÓN A LA TRIVIA DE ARTE 12:

(Veronika)

Las fases de la luna II, Paul Delvaux

Las fases de la luna II
Paul Delvaux
1941
Óleo sobre lienzo, 143 x 175 cm
Galería Patrick Derom, Bruselas

 
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