«De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro.» Negro Fontanarrosa
sábado, 31 de mayo de 2008
Cuentos, Roberto Fontanarrosa
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jueves, 29 de mayo de 2008
El dios de las pequeñas cosas, Arundathi Roy
El dios de las pequeñas cosas
The God of small things
Arundathi Roy
Anagrama Compactos
ISBN: 978-84-339-6671-1
384 páginas
El dios de las pequeñas cosas narra la historia de tres generaciones de una familia de la región de Kerala, en el sur de la India, que se desperdiga por el mundo y se reencuentra en su tierra natal. Trata de una historia que es muchas historias. La de la niña inglesa Sophie Moll que se ahogó en un río y cuya muerte accidental marcó para siempre las vidas de quienes se vieron implicados. La de los gemelos -Estha y Rahel- que vivieron veintitrés años separados. La de Ammu, la madre de los gemelos, y sus furtivos amores adúlteros. La del hermano de Ammu, marxista educado en Oxford y divorciado de una inglesa. La de los abuelos, que en su juventud cultivaron la entomología y las pasiones prohibidas. Esta es la historia de una familia en unos tiempos convulsos en los que todo puede cambiar en un día y en un país cuyas esencias parecen eternas.Novela galardonada con el Premio Booker de 1997.
Hecha y cargada, precisamente, de pequeñas cosas. Mundo de contrastes y diferencias en el modo de entender la tradición; perfil del que claudica y se diluye en la mayoría, y voz callada hasta la explosión sin temor a ser manchada. Convive la más ingenua ternura con el rencor más enterrado pero, y es lo más sorprendente, todo desmenuzado desde el horizonte de la magia, de la metáfora dulce. Se dicen cosas; se callan cientos. Pero todas tienen voz.
Me atrapa el mundo del imaginario infantil; sus juegos, sus verdades desveladas, sus secretos y alianzas, su desciframiento de la realidad. Estha y Rahel, gemelos heterocigóticos, se vuelven reales, tangibles. El tupé y los zapatos color beige; la fuente con su amor-en-Tokio. Son pequeñas cosas que se vuelven grandes a sus ojos, lo pequeño silenciado pero abrazado. Vuelan Estha y Rahel como la mariposa del abuelo, salta Sofie-Mohl en su ataúd dando volteretas.
Una historia sensorial, con extremidades rellenas de pequeñas grandes cosas. Una lengua de papel que deja tristeza al esconderse. Se apaga la luz y descansa esperando, dando volteretas. Una novela que se ha quedado en mí de forma ya indefinida. La he saboreado página a página, ansiosa por avanzar pero triste por alcanzar el final.
El retrato de los dos hermanos protagonistas, Estha y Rahel, es tan preciso, tan sensorial que se vuelven tangibles, sonoros en sus juegos alrededor de mi lectura. A decir verdad, todos los personajes están delineados con sumo detalle y desde diversas perspectivas, los conocemos por lo que dicen y por cómo actúan, pero también por cómo son vistos por otros ojos (incluyendo los infantiles) y, en especial, por lo que silencian. Es éste un libro de grandes silencios y profundas metáforas, de imágenes y deseos muy claros, de historias que se van desgranando poco a poco con dolor, mucho dolor. Tras todo ello, una sociedad y una tradición, la contraposición de elecciones basadas en el corazón o en el rencor.
El lenguaje tan colorido, tan visual y tan cargado de ínfimos detalles completa una historia asentada en sus personajes, en sus miradas.
Mágico. Maravilloso.
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miércoles, 28 de mayo de 2008
Lenguas inventadas
A grandes rasgos, podríamos decir que las lenguas se clasifican en tres grandes categorías:
1. Naturales: También llamadas "étnicas", ya que evolucionan en una cultura de hablantes nativos quienes las utilizan con una finalidad comunicativa.
2. Controladas: Son un paso intermedio entre las naturales y las artificiales, más bien "versiones reducidas" de lenguas naturales que favorecen su inteligibilidad entre hablantes no-nativos. Las utilizan grandes empresas.
3. Artificiales (planificadas o construidas): Son las inventadas. Serían:
a. Artísticas (como las de Tolkien, o el klingon de Star Trek)
b. Experimentales (como las lógicas o filosóficas)
c. Auxiliares: sirven de medio de comunicación entre hablantes de distintas lenguas. Dentro de las auxiliares las habría esquemáticas (esperanto) y naturalistas (versiones simplificadas del latín: por ejemplo, interlingua).
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martes, 27 de mayo de 2008
Decálogo del perfecto cuentista, por Horacio Quiroga
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lunes, 26 de mayo de 2008
Las palabras tempranas
Torrente explica que si en 1982 da luz verde a un proyecto ya abandonado y, en parte, alejado de su línea actual se debe a que, mirado a través del prisma del tiempo, constituye una etapa de su escritura que permitió todo lo que vino después y en donde ya estaban los fundamentos de su literatura. Encuentra fallos más en el fondo que en la forma, especialmente lo que atañe a la estructura y a la extensión, y los enuncia sin pudor. Publica esta novela a modo de puzle: la pieza final que falta para que las restantes encajen.
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sábado, 24 de mayo de 2008
Medianoche en Serampor, Mircea Eliade
Medianoche en Serampor
(Minuit à Serampore)
Mircea Eliade
Anagrama
Panorama de narrativas
ISBN: 978-84-339-3004-0
136 págs.
Más de un hilo sutil y secreto vincula la aparente desconexión de los dos relatos que componen el presente volumen. Situado en la India el primero y en Rumania el segundo, podemos entender sin grandes dificultades la identidad común del protagonista. El mismo joven, y un tanto ingenuo y maravillado, investigador que estudia en "Medianoche en Serampor" los misteriosos textos sagrados de las antiguas religiones hindúes, y que una noche de verano en que el tiempo parece abolido, y que el pasado y el presente se den la mano vive una prodigiosa e inexplicable aventura, puede ser el erudito a quien unos años después una extraña viuda encarga, en "El secreto del doctor Honigberger", una «jamesiana» y vertiginosa investigación en los meandros de una riquísima biblioteca de ciencias ocultas.
Al tema siempre presente y necesario en la obra literaria de Mircea Eliade de la noche como creadora de todo tipo de sortilegios se añaden, en esta ocasión, otros temas sacados de las técnicas del yoga y del chamanismo hindúes (mucho antes de que el primero se convirtiera, para tantos occidentales, en el sucedáneo del primer cigarrillo después del desayuno): los conceptos de la intemporalidad del alma y del cuerpo, y de la destrucción o irrelevancia del espacio físico y temporal. En un tiempo en que lo fantástico se viste de trivialidad, una sumersión en el rigor sobrenatural de la obra de Eliade puede resultar una experiencia altamente sobrecogedora y, por tanto, gratificante. [Contratapa de Anagrama]
Buscando (no recuerdo el qué) entre las estanterías de la FNAC me topé con esta obrita que me llamó la atención por dos motivos: a) porque desconocía que Eliade hubiera publicado obra de ficción, y b), por los comentarios que en la contraportada se hacían sobre los dos relatos que contiene. Lo vi, feliz, y sentí que me cautivaría.
Si he querido transcribir tantos datos sobre el libro (todos procedentes de la edición de Anagrama) es porque los considero muy útiles para quien desconozca la figura de Mircea Eliade.
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jueves, 22 de mayo de 2008
Lo que Maisie sabía
Lo que Maisie sabía / En la jaula
(What Maisie knew / In the cage)
Henry James
Editorial Valdemar
Colección Avatares
ISBN: 84-7702-142-2
352 págs.
¿Y ese padre bestial que tienes, mi precioso ángel, no le mandó ningún mensaje a su amorosa madre? -entonces advirtió Maisie que las palabras dichas por su bestial padre, después de todo, en sus pequeños y asombrados oídos, de los cuales, ante la solicitud de la madre, pasaban directamente a sus pequeños e inocentes labios:-Me pidió que te dijera -repitió fielmente- que eres un cerdo repugnante.
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miércoles, 21 de mayo de 2008
martes, 20 de mayo de 2008
Carta a una carta
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Olvidado Rey Gudú
Olvidado Rey Gudú
Ana María Matute
Ediciones Destino
Colección BOOKET
ISBN: 9788423338061
960 páginas
Olvidado Rey Gudú, segunda entrega de la trilogía medieval, es la obra maestra de Ana María Matute y una de las grandes novelas de este siglo. Repleta de fábulas y fantasías, narra el nacimiento y la expansión del Reino de Olar, con una trama llena de personajes, aventuras y de un paisaje simbólico: el misterio Norte, la inhóspita estepa del Este y el Sur, rico y exuberante, que limitan la expansión del Reino de Olar, en cuyo destino participan la astucia de una niña sureña, la magia de un viejo hechicero y las reglas del juego de una criatura del subsuelo.
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sábado, 17 de mayo de 2008
Ermitaño en París, Italo Calvino
Ermitaño en París
Título original: Eremita a Parigi
Editorial Siruela
Biblioteca Calvino, 13
ISBN: 978-84-7844-794-7
296 págs.
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viernes, 16 de mayo de 2008
El libro y su momento
Cada libro tiene su momento, y un error de cálculo en la elección de este último puede tener fatales consecuencias. Así, soy consciente de aquellos libros que "he leído mal", y si los he leído mal ha sido precisamente por no hacer caso del reloj interno que me exhortaba a postergar esa lectura. Puedo asegurar que da una rabia tremenda cuando te das cuenta de que todo se debe a una impaciencia personal ajena a factores externos. Por supuesto, nada se puede hacer si el momento viene de una obligación, como es el caso de todas aquellas lecturas programadas por un plan de estudios; ahí sólo queda respirar hondo y tomarse las páginas con el mejor ánimo posible, teniendo al menos la garantía de que siempre puede volverse a ellas. Cómo han cambiado mis opiniones entre una primera y una segunda lectura de aquel libro que "leí mal".Yo he tenido libros que me moría por leer, y he dejado pasar meses esperando el momento propicio. Puesto que el tiempo está lleno de casillas, no se puede violar una ordenación exterior a uno mismo pero que guarda una secreta correspondencia con el tiempo de dentro.(Carta a Arnaldo Calveyra, 29 de julio de 1963.Cartas 1937-1963, Julio Cortázar. Alfaguara, 2000)
Cuando nos hemos librado de las evaluaciones académicas, lo mejor es hacerse caso a uno mismo y, ante un apetitoso ejemplar, preguntarse: "¿es éste el momento?" La elección es de una facilidad absoluta si se logra vencer el capricho de lo inmediato; basta con dejarse guiar por la brújula y saber en qué punto estás. Hay momentos frenéticos, otros más calmados, otros en los que necesitas un empuje hacia la risa o tienes la nostalgia de soltar alguna lágrima.
Incluso la espera hace que el susodicho en cuestión se vuelva todavía más apetecible, soñando con el día en que, entonces sí, te despiertas y digas: "Hoy toca leer XYX".
Por ejemplo, durante casi tres años tuve en la biblioteca el Tom Jones sin decidirme a leerlo. Lo miraba golosamente, lo sacaba y recorría el índice, y después volvía a ponerlo en su lugar. El invierno pasado, antes de irme a Cuba, pensé que el frío y las noches largas eran para Tom Jones; lo leí con un placer infinito.
(Ibíd.)
Así que, hoy por hoy, soy incapaz de programar un diario de lecturas. Tras cerrar la última me someteré a evaluación frente a mi biblioteca, escrutaré cada lomo y el que se mueva dando un saltito caerá en mis manos...
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jueves, 15 de mayo de 2008
Las cartas del Destripador
Vía Encuentros de lecturas y El País me entero de que la editorial Elipsis acaba de publicar una selección de cartas supuestamente firmadas por Jack el destripador, el asesino londinense más famoso de la historia.
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El placer del libro, por Clarice Lispector
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miércoles, 14 de mayo de 2008
Instrucciones para leer a Cortázar
- No se necesitan más pausas de las que marca el texto. ¿Piensa que a veces faltan comas? No, léalo así, de corrido, tal cual está. Pruebe a hacerlo en voz alta.
- Piense en hechos fantásticos.
- Piense en hechos cotidianos.
- Ahora aúne el punto tres y el punto cuatro, obtendrá: lo fantástico cotidiano. Subir una escalera puede resultar rutinario, pero analice la acción y descubrirá lo intricado del asunto.
- LOS CRONOPIOS EXISTEN. Que usted no los vea no significa que no estén por todos lados. Fíjese en cada esquina, en el desorden aparentemente casual. Ese objeto verde y húmedo.
- LOS FAMAS EXISTEN. Suelen acodarse en sillones burocráticos y gustan de complicar lo rutinario con trámites interminables y desesperación matemática.
- LAS ESPERANZAS EXISTEN. Pero son un poco bobas y muy perezosas. Acuda a la estafeta de Correos.
- No se olvide nunca de jugar. Con las palabras, con las cosas, con usted mismo.
- Por último, ejercite la expresividad facial. Va a sonreír, va a llorar y se va a cagar de risa.
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martes, 13 de mayo de 2008
El otro y yo: las biografías
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La vida instrucciones de uso, Georges Perec
Sinopsis: "La vida instrucciones de uso fue considerada desde su aparición en 1978 como una obra maestra y se le concedió el prestigioso premio Médicis. Con los años su importancia no ha dejado de crecer. Así, esta obra maestra inclasificable -de la que se ha dicho que es un compendio tan enciclópedico como la Comedia de Dante o los Cuentos de Canterbury de Chaucer, y, por su ruptura con la tradición, tan estimulante como el Ulises de Joyce -fue galardonada como la mejor novela de la década 1975-1985 en la encuesta realizada por Le Monde en el Salon du Livre de 1985."
"La vida instrucciones de uso se pretende la mirada parcial pero totalizadora de un edificio, sus lugares y sus habitantes."
Cuatro figuras para La vida instrucciones de uso, por Georges Perec
Enumeración de Georges Perec, un catálogo, por Ricardo Pohlenz
Georges Perec o la literatura como arte combinatoria. Instrucciones de uso, por Adolfo Vásques Rocsa
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lunes, 12 de mayo de 2008
¿Por qué subrayo mis libros?
Hasta este momento me limitaba a señalar las frases, versos o párrafos (a veces tan sólo una asociación de palabras), desde hace unos días me recreo también con breves anotaciones en los márgenes. Qué pensé entonces, qué pienso ahora. Y quizás la segunda vez sienta algo nuevo y lo anote, y la tercera y la cuarta… El libro será más libro, las palabras tendrán más espirales en las que perderse y yo, que ya seré otra, me reencontraré con todos mis yos a través de las voces de otros.
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Espejos, Eduardo Galeano
Eduardo Galeano
Siglo XXI
ISBN 978-84-323-1314-1
376 páginas
De vez en cuando vale la pena permanecer un tanto en la “ignorancia” de las novedades editoriales. Digo que vale la pena sólo por el momento en que descubres sobre la mesa de novedades un nuevo libro de quien admiras. Completamente pillada por sorpresa, lo primero que te dices a ti misma es: “¡¿Cómo es posible que no me haya enterado!?” para, a continuación, aferrarte a un ejemplar como si fueran a acabarse en los próximos cinco segundos. Entonces te diriges a la caja, agarrando al nuevo inquilino de tu estantería con ambas manos –no vaya a ser que algún miserable te dé un empujón para que otro (o el mismo miserable todavía con peores intenciones) te sustraiga ese volumen que, por supuesto, es EL ÚLTIMO- y tienes ganas de gritarle a la dependienta que menuda sorpresa te has llevado al descubrir, sin noticia previa, esta reciente criatura literaria. Obviamente te contienes, a la cajera sólo le interesa que a tu Visa la acompañe un DNI y que te apures para no formar cola. El siguiente paso es anunciarle a varias personas lo que te has callado en la librería, con la esperanza de encontrar reacciones que, sin llegar a rozar tu euforia, al menos demuestren un poquito de complicidad. Por último, sólo queda ponerte cómodo y comenzar a disfrutar página por página.
Cada día, leyendo los diarios, asisto a una clase de historia. Los diarios me enseñan por lo que dicen y por lo que callan. La historia es una paradoja andante. La contradicción le mueve las piernas. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras revelan, mintiendo, la verdad.Espejos es algo así como una historia universal, y perdón por el atrevimiento."Yo puedo resistir todo, menos la tentación", decía Oscar Wilde, y confieso que he sucumbido a la tentación de contar algunos episodios de la aventura humana en el mundo, desde el punto de vista de los que no han salido en la foto.
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domingo, 11 de mayo de 2008
Cómo escribo... por Italo Calvino
"Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo.
"Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.
"Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero."
Italo Calvino
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sábado, 10 de mayo de 2008
El universo patafísico
Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico (1911), Alfred Jarry (1873-1907).
¿QUÉ ES LA PATAFÍSICA?
Dos nociones fundan la Patafísica: la de las equivalencias y el clinamen o ligera declinación de los átomos en su caída.
En 1893, Alfred Jarry atribuye a Pere Ubu la invención de la Patafísica, "ciencia que hemos inventado y cuya necesidad se hacía sentir generalmente". Pero el verdadero texto fundador es otro: las Gestes et opinions du docteur Faustroll, pataphysicien. Una obra acabada en 1898, publicada en 1911 -cuatro años despues de la muerte de Jarry-. El libro II, titulado Elements de pataphysique, sólo comprende dos páginas pero ocupa un lugar cardinal, pues contiene la primera definición que nunca ha dejado de servir de referencia.
La doctrina no puede explicarse realmente. Añadamos que esta ciencia se presenta también como la de lo particular y se interesa por las reglas que rigen las excepciones. Naturalmente, la regla es 'una excepción a la excepción'. En otras palabras, todo es la patafísica. La dialéctica patafísica se enrolla en sí misma como el ombligo úbico (en forma de espiral) que es su emblema.
Extracto de Alfred Jarry- De los Navis a la Patafísica, Catálogo producción IVAM Institut d'Art Modern, Valencia, 2000. Capítulo "De la Pintura a la Patafísica", por Emmanuel Gujón.
Enlaces patafísicos:
Breve historia de la patafísica
Patafísica, ¿para qué más?, por Giancarlo Stagnaro
Altissimo Instituto de Estudios Pataphysicos de la Candelaria
RAYUELA Y LA PATAFÍSICA:
"Con la Maga hablábamos de patafisica hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones, verse metida en casillas que no eran las de la gente, y esto sin despreciar a nadie, sin creernos Maldorores en liquidación ni Melmoths privilegiadamente errantes. No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas mas fenomenales de este circo, y sin embargo baste suponerle una conciencia pare comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio. De la misma manera a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por cause del fracaso de las leyes en su vida. Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos, o se acuerdan llorando a gritos de haber visto en una vitrina el décimo de lotería que acaba de ganar cinco millones. Por mi parte ya me había acostumbrado a que me pasaran cosas modestamente excepcionales, y no encontraba demasiado horrible que al entrar en un cuarto a oscuras pare recoger un álbum de discos, sintiera bullir en la palma de la mano el cuerpo vivo de un ciempiés gigante que había elegido dormir en el lomo del álbum. Eso, y encontrar grandes pelusas grises o verdes dentro de un paquete de cigarrillos, u oír el silbato de una locomotora exactamente en el momento y el tono necesarios pare incorporarse ex oficio a un pasaje de una sinfonía de Ludwig van, o entrar a una pissottiere de la rue de Medicis y ver a un hombre que orinaba aplicadamente hasta el momento en que, apartándose de su comportamiento, giraba hacia mí y me mostraba, sosteniéndolo en la palma de la mano como un objeto litúrgico y precioso, un miembro de dimensiones y colores increíbles, y en el mismo instante darme cuenta de que ese hombre era exactamente igual a otro (aunque no era el otro) que veinticuatro horas antes, en la Salle de Geographic, había disertado sobre tótems y tabúes, y había mostrado al publico, sosteniéndolos preciosamente en la palma de la mano, bastoncillos de marfil, plumas de pájaro lira, monedas rituales, fósiles mágicos, estrellas de mar, pescados secos, fotografías de concubinas reales, ofrendas de cazadores, enormes escarabajos embalsamados que hacían temblar de asustada delicia a las infaltables señoras."
Julio Cortázar, Rayuela
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viernes, 9 de mayo de 2008
¿Podríamos llegar a ser unos desposeídos?
Los mundos de Ursula K. Le Guin
Ursula K. Le Guin
Editorial Minotauro
ISBN: 978-84-450-7685-9
832 págs.
El pasado mes de febrero me llevé una grata sorpresa al comprobar que Minotauro reeditaba una obra que ya había perdido la esperanza de encontrar (es desesperante toparse con un "agotado" o "descatalogado"): Los desposeídos, de Ursula K. le Guin. Para mayor deleite, se trata de una edición que aúna las tres novelas de la autora que merecieron el Premio Hugo: la aquí comentada, El nombre del mundo es bosque y la que, quizás, sea la más conocida para el público, La mano izquierda de la oscuridad (¡qué gran título!). La espera valió la pena y puedo asegurar que mi tiempo de lectura fue infinitamente menor al que perdí rastreando la obra.
En Los desposeídos el científico Shevek, originario de Anarres, un planeta aislado y anarquista, emprende un insólito viaje al planeta madre Urras, con el objetivo de derribar los muros del odio, la desconfianza y las ideologías que separan ambas sociedades.
La novela se centra en el viaje de Shevek a Urras, planeta prácticamente opuesto al suyo natal, Anarres, lo que no es sino la excusa perfecta para desarrollar todo un estudio antropológico sobre estas dos civilizaciones imaginarias (o no tan imaginarias...).
Anarres es seco, desértico, carente de plantas y animales. No hay gobierno ni un poder consolidado, los trabajos comunitarios son rotativos, se desconoce la utilidad del dinero, nada tiene más valor del que uno pueda darle... sin llegar a poseerlo. Los habitantes de Anarres son, ante todo, desposeídos. La propiedad no tiene ley ni nombre.
Urras es fértil, rico en agua, flora y fauna. El poder se divide entre el capital, la jerarquía, la ambición y la apariencia. La posesión es lo que aquí da sentido a cada uno de sus habitantes.
Urras, con su belleza y su depravación, vendría a ser nuestro mundo. Anarres, con su llaneza y su libertad, es lo que muchos quisieron conocer.
Shevek no entiende el despilfarro de agua y energía, el consumismo exacerbado, la preocupación por lo exterior, el "envoltorio". Cómo comprender que "todo eso" en Urras se considere libertad... Hay cosas bellas, vidas nuevas, una luz deslumbradora, pero todos poseen y son poseídos en una cadena de dependencia egoísta.
¿Podríamos nosotros llegar a ser unos desposeídos? Siempre he admirado a esos pocos que saben vivir sin posesiones, sin el sentido de propiedad sobre nada (ni siquiera sobre el recuerdo). Yo misma me aferro a mis libros, a mis memorias físicas, a tantos objetos que considero bellos cuando, en realidad, no los necesito para apreciarlos.
Quizás la armonía esté, nuevamente, en el justo medio. Por desgracia nuestro mundo es cada vez más Urras y menos Anarres, incrementamos el deseo de propiedad y olvidamos -demasiado, demasiado- el deseo de mejorar.
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jueves, 8 de mayo de 2008
Queremos tanto a Julio
Me llenaste la vida de cronopios, che, viejo. Qué insolencia la tuya, imaginarte un bicho imposible que me despierta a cada rato. Nunca me planteé tenerlos, menos que menos adoptar uno pero se me engancharon en el bolsillo y acá, ahí, allá están catala que catala de una punta a otra de mi vida. Porque no es que les tenga cariño, que los encuentre adorablemente tiernos o que me arañe el sueño deseando que existan. Es que los tengo colgados de las orejas, ¿entendés? A cada paso que doy me rebota uno. Respiro sintiendo que le soplé el respingo, que otro me enreda la cabeza y que un tercero, siempre en discordia animalito impar, quiere estornudar para ensortijar la ese de la acrobacia. Me saltaron a la cara la primera vez y, desde entonces, no se fueron, no se van. Ponete en mi lugar, Julio, querido. Tengo el corazón acordonado por estos bichitos tuyos y ni con disolvente los disgrego. Creo que todo empezó en el anónimo día en que perdí tu libro; digo anónimo porque merecería llevar el nombre de la mano viva que se lo quedó, por sustracción, olvido o generosidad desmesurada. Era rojo con tapas desgastadas. Los invoqué en alto muchas veces, en ese banco de piedra cerca de la torre; lo último que recuerdo. Ahora lo pienso y se me ocurre que bien pudieron ser ellos. Los cronopios. ¿Te parecen que son capaces de dejarse perder? Una forma de agarrarse, Julio. Desaparece el libro y, en su lugar, se me prenden como alfileres. Los desaparecidos que se quedan. Es cierto que algunos días los tengo dormidos, casi hasta el punto de olvidarme de este apadrinamiento involuntario, pero por lo general los veo haciendo cola en la punta de los dedos para probar, qué sé yo, algún tipo de paracaidismo vicevérsico de extremidad a extremidad o, si no es eso, entonces se me ponen a llorar por no encontrar la llave y tener el sello, por una foto movida quién sabe cómo ni pourquoi o, lo peor de todo, lo más insoportable, lo que me obliga a escribirte esta carta: me retan con toda la jeta del mundo a jugar a la rayuela. Tengo que caminar medio desarmada para no pisarlos. Catala tregua tregua espera vuelta el tejo de baldosa en baldosa. ¿Te das cuenta de la incomodidad que tengo? Porque todo lo que veo, hago o maldigo tiene de por medio la tristeza o alegría del cronopio. Insufrible darse cuenta de que los otros, sí, los otros, encajonan sus vidas con la libertad total de carecer de un cronopio. Pueden caminar sin necesidad de estar pendientes de esa tiza que les va pintando la ruta, pueden dormir con la tranquilidad absoluta de no desvelarse mientras sueñan, pueden mirar cualquier cosa, escuchame bien, Julio, pueden mirar cualquier cosa a través de nada. No como yo que donde poso los ojos poso al cronopio. Decime ahora si con todo esto puedo acceder, tan sólo acceder, a la posibilidad de armarme una vida ordenada, concertada y espaciosa en la que el aire sea aire y no un-aire-con-cronopio. Si te digo la verdad ya no me queda esperanza, quiero decir esperanza de esa color verde que dicen que dicen es lo último que se pierde, porque esperanzas de las otras te podrás imaginar que tengo a borbotones. La tríada elegantemente desarticulada de cronopios, famas y esperanzas. Te decía que gracias a tu ingenio mis días amanecen y se acuestan con la eterna disputa de: aplastar de nuevo al cronopio entre tapa y tapa (al fin y al cabo es, como si dijéramos, su vientre materno), o sacarlo a la luz del libre albedrío y dejar que me salte encima a piacere. El disgusto que tengo es que nomás se imagina que le sobreviene el aplastamiento literario (fijate que digo “se imagina”, porque tengo serias dudas sobre el pensamiento racional del cronopio o tan siquiera de la existencia de su capacidad de deducción) le estalla en todo su cuerpecito una especie de telegrafismo insoportable que lo hace titilar como cortocircuito en morse. Y me da pena el bicho, Julio. Me pongo a pensar en eso que contaste una vez del atraso del reloj y la tostada lagrimeada después del Luna Park y yo misma siento que el morse se me apodera en solidaridad, esta vez sí, voluntaria con el cronopio verde y húmedo. Total, que no lo aplasto. Quedo de nuevo con responsabilidad de madre bancándome sus partidas a la rayuela. Así voy, che, viejo, con tus bichos cosquilleándome las horas. Todavía me queda confesarte lo peor, lo más vergonzoso de este canto en honor o deshonor del cronopio. Los días aquellos en que el despertador no se les atrasa sino que se les atora, como a veces te me atorás vos a mí en la gargantuela, esos días de funcionamiento imperdonable del tictac mecánico, esos días en que se quedan dormidos todo a lo largo de su indefinida y nunca descrita forma, esos días, te digo, son los más tristes, los más imposibles, los más demoledoramente grises y vulgares de toda mi convertida vida a la fe del cronopismo.
Entonces, gracias, Julio.
Escrito por Rayuela a las 21:04 0 comentarios
La Rayuela Cosmicómica
Referencia #2: Italo Calvino- demediado, inexistente, rampante, cosmicómico.
Paradójicamente no recuerdo haber jugado jamás a la rayuela; recuerdo, eso sí, rayuelas de colores pintadas con tiza en la vereda. Recuerdo, también, haber tenido desde niña un dolor de cabeza de raíz cósmica: ¿hasta dónde alcanza el universo? Y recuerdo, desde siempre, haberme sentido de color azul. No azul por el cielo ni por el mar, sino azul por la tristeza dulce, ésa que no duele y sí sonríe. Azul por la soledad necesaria y buscada. Azul porque realidad y fantasía no se excluyen: se complementan y engrandecen. Azul por sentirse a una misma en las páginas y en la pantalla. Azul por una forma de mirar.
Tampoco yo, como Cortázar, creo en las casualidades; prefiero, con mucho, tener la certeza de los hechos fantásticos. Encuentros y desencuentros de tinte cos(micó)mico, buscadores de guiños más importantes que titulares, días con forma y color determinados.
Solitaria por voluntad y necesidad inherente, por exigencia de tiempo propio. Soledad, en el fondo, jamás consumada: alrededor saltan, juegan, todo el tiempo hablan letras mías y de otros, escenas en celuloide visible e invisible, personajes que me tocan y tienen escondidas en el bolsillo un puñado de tizas de colores. Para dibujar rayuelas.
Yo dibujo la mía propia y la relleno de piedritas irregulares; algunas casillas visuales, otras impresas. Desterrado el blanco y negro, salvo en pantalla grande.
Abro puertas, ventanas y paredes. Entren los cronopios, las famas y esperanzas, los barones amantes de los árboles, jugadores de todos los colores.
Hace un tiempo esta rayuela tuvo otra forma y otro lugar. No duró mucho, era aún muy pequeñita -aunque con dedos ligeros- cuando un tejo mudo hizo que dejara de jugar. Se cansó, se aburrió, se enojó, se entristeció y, finalmente, se calló. Pero como es de naturaleza juguetona, ahora tiene ganas de volver. Un poco renovada, un poco reciclada, pero igualmente rayuela y cosmicómica.
Tiren su piedrita. Empiecen a saltar.
Escrito por Rayuela a las 21:00 1 comentarios