jueves, 29 de mayo de 2008

El dios de las pequeñas cosas, Arundathi Roy


El dios de las pequeñas cosas
The God of small things
Arundathi Roy
Anagrama Compactos
ISBN: 978-84-339-6671-1
384 páginas


El dios de las pequeñas cosas narra la historia de tres generaciones de una familia de la región de Kerala, en el sur de la India, que se desperdiga por el mundo y se reencuentra en su tierra natal. Trata de una historia que es muchas historias. La de la niña inglesa Sophie Moll que se ahogó en un río y cuya muerte accidental marcó para siempre las vidas de quienes se vieron implicados. La de los gemelos -Estha y Rahel- que vivieron veintitrés años separados. La de Ammu, la madre de los gemelos, y sus furtivos amores adúlteros. La del hermano de Ammu, marxista educado en Oxford y divorciado de una inglesa. La de los abuelos, que en su juventud cultivaron la entomología y las pasiones prohibidas. Esta es la historia de una familia en unos tiempos convulsos en los que todo puede cambiar en un día y en un país cuyas esencias parecen eternas.

Novela galardonada con el Premio Booker de 1997.


Hecha y cargada, precisamente, de pequeñas cosas. Mundo de contrastes y diferencias en el modo de entender la tradición; perfil del que claudica y se diluye en la mayoría, y voz callada hasta la explosión sin temor a ser manchada. Convive la más ingenua ternura con el rencor más enterrado pero, y es lo más sorprendente, todo desmenuzado desde el horizonte de la magia, de la metáfora dulce. Se dicen cosas; se callan cientos. Pero todas tienen voz.

Me atrapa el mundo del imaginario infantil; sus juegos, sus verdades desveladas, sus secretos y alianzas, su desciframiento de la realidad. Estha y Rahel, gemelos heterocigóticos, se vuelven reales, tangibles. El tupé y los zapatos color beige; la fuente con su amor-en-Tokio. Son pequeñas cosas que se vuelven grandes a sus ojos, lo pequeño silenciado pero abrazado. Vuelan Estha y Rahel como la mariposa del abuelo, salta Sofie-Mohl en su ataúd dando volteretas.

Una historia sensorial, con extremidades rellenas de pequeñas grandes cosas. Una lengua de papel que deja tristeza al esconderse. Se apaga la luz y descansa esperando, dando volteretas. Una novela que se ha quedado en mí de forma ya indefinida. La he saboreado página a página, ansiosa por avanzar pero triste por alcanzar el final.

El retrato de los dos hermanos protagonistas, Estha y Rahel, es tan preciso, tan sensorial que se vuelven tangibles, sonoros en sus juegos alrededor de mi lectura. A decir verdad, todos los personajes están delineados con sumo detalle y desde diversas perspectivas, los conocemos por lo que dicen y por cómo actúan, pero también por cómo son vistos por otros ojos (incluyendo los infantiles) y, en especial, por lo que silencian. Es éste un libro de grandes silencios y profundas metáforas, de imágenes y deseos muy claros, de historias que se van desgranando poco a poco con dolor, mucho dolor. Tras todo ello, una sociedad y una tradición, la contraposición de elecciones basadas en el corazón o en el rencor.

El lenguaje tan colorido, tan visual y tan cargado de ínfimos detalles completa una historia asentada en sus personajes, en sus miradas.

Mágico. Maravilloso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola rayuela! Me enteré de la existencia de tu blog por una visita que hiciste al mío. Dado que en el pasado he descubierto pequeños tesoros siguiendo este tipo de rastros, decidí entrar a leer.
Muy interesante el libro que comentaste, lo voy a tener en cuenta la próxima vez que vaya a la librería.
Ah, por cierto... hoy es viernes, el día de la semana en que me siento azul-gris, el resto de la semana sólo soy azul.
Saludos!

Rayuela dijo...

¡Hola, Verónika! Gracias por tu visita. Espereo que sigamos encontrándonos, por "tu casa" y por la mía.

¡Saludos azules!

 
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