lunes, 14 de julio de 2008

Lecturas de juventud I

¿Qué leen los niños? ¿Cuáles son sus primeras aproximaciones a la lectura? Al menos éstos que siguen fueron los libros que a mí me cautivaron entonces y gracias a los cuales hoy no me concibo si no es, en parte, leyendo.


Sin remotarme a mis primerísimas lecturas, pues creo que ni yo misma las recuerdo -multitud de cuentos, álbumes, plagados de ilustraciones- sí tengo una clara memoria de aquellos libros que me fueron iniciando, poco a poco, en el verdadero placer de la lectura.


Los cinco Dentro de lo más "infantil", es decir, de aquellas lecturas más propias de una edad temprana destaco, cómo no, la prole editorial de Enid Blyton. Creo que muchos de nosotros compartimos las sagas de Los cinco y Los siete secretos (éstos últimos me resultaban más aburridos que los primeros, sin duda "Los cinco" eran mis favoritos). En clase los del "grupo lector" -muchos eran todavía reacios a la letra impresa- estábamos encantados con sus aventuras, hasta el punto de organizar también nosotras varios clubes secretos (¡creo que todavía conservo el carnet!). Por el patio de la escuela tratábamos de emular a esos cinco personajes y de localizar casos detectivescos para descifrar.


Tras "Los cinco", hubo una etapa de euforia con otra saga -ésta puramente femenina- iniciada por Las gemelas de Santa Clara. La vida de unas gemelas y sus compañeras en un internado. En este caso, como no había posibilidad de club secreto, optamos por llevarlas al teatro y escenificar algunos pasajes.


Creo que el gran tercer "momento lector" fue el protagonizado por las aventuras de El pequeño vampiro, cuyos libros nos intercambiábamos constantemente. Todavía recuerdo la dulzura de la hermanita menor del vampiro, Anna, que en vez de sangre optaba por la leche.


Durante una época también estuve enganchada a una niña detective, Trixie Belden que, sin embargo, no caló entre mis compañeros (de hecho, yo era la única que la conocía y leía).


Al margen de aventuras en serie como las que acabo de mencionar, evidentemente hubo un lugar destacado para Mujercitas, lectura repetida unas tres veces e identificación con la valiente Jo. Años después leí Hombrecitos pero ni me cautivó, la recuerdo como una lectura bastante poco motivada.


Canción de NavidadEntre todas estas aventuras en saga y demás libros "infantiles", picotée de las clásicas novelas como La isla del tesoro, Huckleberry Finn, Robinson Crusoe, Alicia en el País de las Maravillas, etc. Pero hay otros títulos que recuerdo con más profundidad o, al menos, que me dejaron una huella más profunda. En primer lugar destaco Canción de Navidad de Dickens. Hoy día, Dickens no es santo de mi devoción; Oliver Twist se me hizo pesado y me quitó las ganas de seguir ahondando en sus novelas..., pero ésa primera lectura me gustó, me absorbió. Me veo leyéndola en el patio del colegio mientras mis amigas saltaban a la goma (y yo la sujetaba). De hecho, creo que fue el libro que escogí para prestar a la incipiente biblioteca infantil de la clase.


Los cuentos de la selva de Horacio Quiroga que, por fin, tras haberlos oído relatados de boca de mi madre, podía ahora leerlos por mí misma. Siempre he pensado que me gustará contarles estos cuentos a mis hijos...


La colina de Watership Pero si existe un libro que considero punto de inicio en mi vida lectora, pues con él mis ganas por aprender a leer se multiplicaron gracias a mi madre quien, cada noche, me leía o contaba algún fragmento hasta hacer surgir en mí la curiosidad y empujarme a su lectura, es: La colina de Watership de Richard Adams. Tardé muchos años en leerlo completo, pues lo comenzaba y dejaba a la mitad. Lo curioso es que era una lectura que me engachaba y me hacía disfrutar, aún hoy no entiendo esa demora... Lo mejor de todo es que, al leerlo, notaba lo mucho que aprendía y las muchas cosas que no comprendería hasta tiempo después.


La historia interminable Otro de mis grandes descubrimientos -y reto en lectura- fue La historia interminable de Ende. Debió ser el primer libro "de cierta longitud" que leí. Recuerdo este hecho porque en 4º de EGB teníamos un control de lecturas -debíamos hacer una pequeña reseña de cada libro en nuestra libreta, dibujo incluído- que se marcaba con pegatinas de diferentes colores según la extensión del libro. La historia interminable supuso la "pegatina azul", ¡la más alta! El día que lo concluí -fue una lectura compartida con dos compañeras- sentí que estaba entrando en una etapa más evolucionada de lectura. Recuerdo las páginas escritas en rojo y en verde, diferenciando el mundo de Bastian y el de Atreyu que, finalmente, se fusionarían. El comienzo de cada capítulo con la primera letra del texto en una hermosa caligrafía. Y el sello de las dos serpientes que yo deseaba que también se iluminase y cobrase vida.

Lecturas de juventud II

4 comentarios:

Tacirupeca Jarro dijo...

¿¿Leíste también la saga de Torres de Malory, similar tanto femenina como argumentalmente al de las gemelas en Santa Clara y de la misma autora?? Esta la heredé yo de mi hermana, y nos lo pasábamos pipa comentando pasajes y comparando nuestro colegio con el de Malory y Santa Clara. Uauuuu...

Rayuela dijo...

No leí la de Torres de Malory aunque también era popular en mi clase. Hace poco me "asusté" recordando estas dos sagas: cuando era niña y las leía envidiaba toda esa vida de compañerismo y aventuras, ¡pero me ahora me espanto de pensarlo: eran internados!
Es curioso, cuando pienso en estos libros, por un momento fugaz, llegó a sentir lo que sentía entonces al leerlos.

Tacirupeca Jarro dijo...

¡Jajaja, es cierto! Aquel internado parecía increíble. Siempre me quedé con la curiosidad de cómo se jugaba a lacrosse. ¡Jajaja!

Rayuela dijo...

Mmm..., pues no me acuerdo de ese juego, pero acabo de buscarlo y, como siempre, he recibido respuesta de Wikipedia con esta interesante acotación (ejem): "Su nombre original era dehuntshigwa'es en Onondaga, que quiere decir hombre golpeado con un objeto redondo".
http://es.wikipedia.org/wiki/Lacrosse

 
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