jueves, 26 de febrero de 2009

Grandes acontecimientos lectores

El pequeño vampiro lee1. En el comienzo fue leer y escribir. Por mis padres sé que mi ilusión por comenzar la escuela descansaba en este aprendizaje; también en ello se concentró mi primera decepción estudiantil, ya que el primer día salí muy frustrada y todavía sin ese conocimiento que tanto ansiaba poseer. Luego vinieron las clases monográficas de vocales y consonantes, las mamás que mimaban y las hojas de cuaderno abarrotadas de repeticiones.

2. Años después (ya en la época de los dictados) recuerdo dos grandes acontecimientos en relación a los inicios de la lectura/escritura. El primero fue el reparto masivo de bolígrafos, ¡los sustitutos de los lápices! Ese día nos sentimos adultos: el paso del grafito a la tinta significaba una responsabilidad que nos orgullecía y atemorizaba por igual. Lo escrito, escrito quedaba. Testimonio permanente, imborrable (no se engañen: las gomas de borrar tinta anulan el error mediante el agujero, y el tippex lo hace mediante la huella blanca). La tinta nos decía que éramos mayores, se nos dotaba de un arma poderosa con la que encarar el futuro de ahí en adelante.

3. El segundo fue el momento en que la maestra anunció que debíamos escribir… “algo”, algo denso y largo, algo que saliera de nosotros. El trabajo pasaba de ser el de copiar al de redactar; ahora eran nuestras palabras las que dirigían el bolígrafo. Recuerdo con claridad lo mucho que deseaba escribir sin copiar, era otra nueva responsabilidad que me sumaba años. Adoraba las redacciones de tema libre.

4. Entre estos grandes acontecimientos rescato también las lecturas compartidas durante la infancia, el intercambio de libros entre los amigos (es por eso que son contadas las colecciones completas que llegué a tener de las novelas en serie). El pequeño vampiro, Los cinco, Santa Clara… Y cómo nos apropiábamos de los personajes en los recreos.

5.La incertidumbre de “escoger las lecturas”, de crear mi propia guía literaria. Bien mirado puede resultar algo absurdo, pero muchas veces me pregunté cómo sabría (si es que algún día lo lograba) distinguir la buena de la mala literatura, cómo averiguaría mi camino a seguir dentro de la lectura. Durante la infancia intervenían manos ajenas de forma muy directa y el colegio era un hervidero de modas; es cierto que desde pequeña me ha gustado acudir a las librerías y escoger, pero por algún motivo consideraba que esa elección carecía de verdadero peso. Miraba hacia adelante y me preguntaba qué libros me aguardarían en mi vida adulta, cómo y con qué capacidad recaería en ellos. ¿Sería capaz, alguna vez, de definir mis gustos? Sin saberlo, esos gustos ya se estaban formando entonces, pasito a pasito, a través de lecturas cada vez más complejas, más variadas.

6. Aturullarme en una biblioteca, espiar con mayor o menor disimulo (ejem) las librerías en casas ajenas, sentir que he leído poco y que mis libros son escasos, notar el latido rápido ante un descubrimiento literario, arrugarme internamente ante la desesperación de conseguir determinado título (ese deseo brutal de posesión), repetir una lectura, subrayar una frase. Abrir un libro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah!, ¡el día de los bolígrafos!, ¡cómo lo recuerdo yo también!. Y eso que había mucha gente en clase que perdía las tapas (qué rabia). Yo también era de las que aprovechaba cualquier ocasión para escribir a mi rollo, hasta me castigaban en casa para que dejara de hacerlo. Me alegro de haber escrito a escondidad todo ese tiempo, jeje.

Hermosos recuerdos... y lejanos...
Carol.

Anónimo dijo...

Por cierto, me he olvidado de mencionar aquello de "Elige tu propia aventura", éso sí que me molaba, porque una vez pasada la página, siempre acabábamos arrepintiéndonos de haber seguido ese camino, juas. ¡Cuántas veces habremos muerto en un sólo libro!.

Carol

Rayuela dijo...

Oh, pues a mí nunca me enganchó "Elige tu propia aventura". Tenía dos o tres títulos pero no me emocionaban especialmente.

¡Qué gran día el de los bolígrafos! Recuerdo perfectamente el momento en que la maestra empezó a repartirlos dándonos las "advertencias" pertinentes :D.

 
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