Antes de aprender a leer, por mi casa circulaba una colección de cuentos clásicos de gran tamaño a los que siempre me he referido como "los cuentos verdes" por ser ese color el que caracterizaba su diseño; además, venían acompañados de un vinilo en donde eran recitados. Fue mi primer contacto con las historias tradicionales y probablemente también con la mentira y las ganas de leer, pues memorizaba los párrafos de cada página, ¡y los cortes de palabras!, y presumía ante mi vecino de que ya sabía leer... Recuerdo a Piel de asno, El traje nuevo del emperador, La oca de oro, Los cisnes salvajes...
En 3º o 4º de primaria (EGB) la maestra nos hacía llevar un "diario de lecturas", consistente en una carpetita a la que íbamos añadiendo fichas con cada libro leído (incluso debíamos incluir una ilustración propia sobre cada uno). Esto, además, se reflejaba en una cartulina colgada en la pared en la que figuraban nuestros nombres y, al lado, un gomet por cada lectura. El color del gomet iba en función de la cantidad de páginas y el más elevado era el azul , que dos amigas y yo conseguimos casi simultáneamente con el mismo título: La historia interminable. ¡Qué orgullo sentimos aquel día!
Recuerdo que ...
... leía Canción de Navidad en el patio del colegio, mientras mis amigas jugaban a la goma;
... y Yo, Claudio el día que fui a buscar mis calificaciones finales de 8º;
... me regalaron Crimen y castigo un sábado lluvioso que fui a ver El rey león e intenté no empezarlo antes de finalizar los exámenes (no lo conseguí);
... mi madre regresó de un viaje a Buenos Aires y me trajo, recuperados de la biblioteca familiar, El barón rampante, Cumbres borrascosas y La perla, ese olor todavía me acerca a mi primer hogar;
... llevaba en el bolsillo un ejemplar diminuto de Humillados y ofendidos durante la semana de recuperación de exámenes de 3º de BUP;
... salí estupefecta de la librería Colón cuando, por fin, conseguí La última tentación (recién reeditada) que perseguía desde hacía meses tras haber visto la película de Scorsese;
... me regalaron el Ulises el día que me quedé en casa estudiando "Latín y cultura clásica" para mis primeros exámenes universitarios, medio desesperada por apuntes ininteligibles de clases jeroglíficas (no por el latín sino por el discurso del profesor);
... leí muchos libros frente a las costas gallegas los sábados por la tarde, desafiando al viento y enchufada al walkman;
... me llevé a Rimbaud a las rocas más de una vez, lo pinté de rojo, de azul y de ceniza;
... los primeros libros que leí a mi llegada a Valencia fueron Los propios dioses, El golem y, por segunda, necesaria e imperativa vez, Rayuela (con ella terminé literalmente el 2002 y comencé el 2003, campanadas de por medio); tres lecturas magníficas;
Y podría seguir y seguir tirando del hilito... De cada etapa recuerdo mis libros como parte fundamental, porque con ellos aprendí, descubrí, conocí y, por descontado, crecí. Ellos fueron, en gran medida, impulsores de mi pensamiento, de mis decisiones, de lo que era entonces y soy ahora.
Cada libro tiene su momento, y cada momento... su libro.
6 comentarios:
Es verdad que se puede contar la vida a través de los libros leídos; los libros-recuerdos o recuerdo-libros ( se aplica la conmutatividad? )son flash-back que te traen no sólo una imagen, sino el olor, la textura, el sonido, los perfumes, una totalidad.
muy bueno tu post
Hermoso post, Rayuela. Qué pensativa un buen rato, recordando momentos de lectura que tenía olvidados.
Días atrás, cuando ingresé a Librofilia, me vi forzada a hacer memoria, a recuperar del olvido ciertos libros, cada uno con su historia.
Y hablando de memoria, muy bueno el cuador que acompaña el post. "La persistencia de la memoria" es mi cuadro favorito de Dalí, y de mis favoritos en general.
Saludos!
Verónika
Acompañé la lectura de tu post rememorando los libros que me acompañaron a mi y fue un lindo paseo. Te agradezco.
Me acordé, por ejemplo, de leer Los hermanos Karamazov en el patio de la sede de la universidad durante mi primer año, cuando no conocía a nadie; o Rayuela, también leída dos veces (me gustó más con el tablero, ¿y a vos?) Y, por supuesto, La isla del Tesoro y Juan Salvador Gaviota, los dos libros que me ingresaron sin retorno en las letras. Tremenda cosa regalarle un libro a alguien que está creciendo.
Saludos!
Como bien dices cada libro tiene su momento y cada momento su libro… Yo hoy justo estaba releyendo algunas de mis anteriores cuadernos de lectura. Y antes de recordar la trama, recordé los lugares donde los leí.
Dices que te quedaste en casa estudiando “latín y cultura clásica”. ¿Para que carrera eran esos apuntes?.
Saludos
Q manera mas bonita de contarnos tu vida
Es cierto cada libro, te acompaña en un momento de tu vida, algunas veces los relees y no sé pq pero ya no es lo mismo
hace poco abri los hermanos karamazov, pero no pude pasar de la pagina 20
Ya no era lo mismo q cuando tenia 16 años, ahora a los 40, te impresionan otros
Eso si, los clasicos viven conmigo
Pocos contemporaneos acabaran en mi entierro
muakkkkkkkkkkk
un gusto leerte
Mariano: Totalmente cierto que el recuerdo de ciertos libros trae mucho más que una imagen. A veces me siento de nuevo en ese "entonces" y logro rememorar el sentimiento que tuve.
Veronika: ¡A veces me sorprendo recordando de repente libros que había olvidado! Por lo general son títulos que no me gustaron o que me fueron indiferentes, pero aún así me retrotraen a su lectura.
Molly: Siempre he creído que un buen libro es el mejor regalo, pero no es fácil encontrar la conexión exacta entre un lector concreto y un "buen libro". En mi caso, siempre digo que es lo mejor para regalarme, ¡pero no cualquiera! Y crecer, crecemos siempre..., ¿no da vértigo darse cuenta del cambio? Por supuesto, Rayuela con tablero.
Leo: La carrera que cursé fue "Humanidades" (antes se llamaba "Filosofía y Letras"), minoritaria y poco conocida. ¡Gracias por tus visitas, comentarios y por los cachitos de ti que dejas en tu blog!
Bolero: Sí, hay libros que recuerdo con cariño pero que no volvería a leer. Es imposible que el Siddharta de Hesse me haga sentir lo mismo que sentí la primera vez, con 14 años. Otros, en cambio, son amigos del tiempo y se enriquecen en cada lectura.
¡Saludos!
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