miércoles, 24 de septiembre de 2008

Apuntes sobre Rayuela (I)

Teniendo en cuenta el título de este blog y mi reconocida devoción a J.C. esta entrada asoma ahora con retraso, insuficiencia y sin punto final a la vista. Parecería obligada una reseña sobre Rayuela, pero precisamente esa presunta obligatoriedad la impide, ¿cómo constreñirla a un puñadito de párrafos ordenados y correctos? Así que, de momento (porque ya estoy pensando en "otros momentos"), transcribiré algunos de los apuntes que vertí en anterior ocasión y debate. Son reflexiones casi al vuelo que fui escribiendo durante mi tercera relectura.


Rayuela me parece una obra magistral en muchos aspectos. Para empezar diría que la trama consiste lisa y llanamente en relaciones humanas, poco y nada más que eso. Y lo considero de sobra suficiente. No es novela de grandes acciones, sino de grandes pasiones. Por "grandes pasiones" no me refiero a amores o amistades, sino una pasión general por muchas cosas, por todo y por nada. Pasiones chiquitas y grandes que se van viendo poco a poco y que, al final de la lectura, es lo que realmente predomina. Rayuela, para mí, es VIDA. Casi resumiría su argumento en esta palabra.

Algo que valoro mucho en ella, en esa pluma y esas letras, es el oscilar de lo grande a lo pequeño, confundiéndose lo uno con lo otro. Por eso quizás parezcan descripciones hermosas que terminan en cosas triviales; lo trivial es lo más bello, aquello tan insignificante que pasamos por alto es lo que termina llenando el espacio.

Rayuela es y puede ser muchas cosas, menos una novela al uso. No equivocadamente hay quien apuntó que es "la novela que encierra todas las novelas". Por tanto, no puede leerse como otra novela más. Rayuela tiene un marcadísimo ritmo propio y personal; su lectura debe encontrar, también, su ritmo, su melodía. Hay que leerla y escucharla al mismo tiempo; leer sus páginas sin sentirlas es circunscribirla a una historia escrita más. No puede leerse desde afuera en la esquinita, Rayuela siempre va por dentro.

Lo que caracteriza a Rayuela es el ritmo, ritmo de palabras y frases, de silencios, de pausas... ¿No se dice tanto que a Cortázar hay que leerlo en alto? Yo lo recomiendo. Sus personajes piensan, sienten, ríen y tristean, todo al mismo tiempo. Ése es el ritmo que transmite.

Desprende poesía por todas sus páginas, implícita y explícita, en forma y en fondo. Considero que es esta nota la que marca un ritmo de lectura particular. La poesía la leemos con pausa, con detenimiento, con un tiempo ralentizado alrededor; Rayuela es poesía, sin embargo lo lento no la alcanza. Me refiero a que, en determinados pasajes que pueden resultar más "espesos", en lugar de hacer una lectura despacio, pasito a pasito, hay que hacer justo lo contrario: aumentar la velocidad. Sé que puede parecer extraño este consejo, pero recomiendo ponerlo en práctica, en especial en ciertos párrafos casi sin puntuación. Las reflexiones largas, mejor leerlas rápido (en voz alta se disfrutan más aún). La Poesía se saborea, se siente y se experimenta con lentitud. Rayuela requiere todo eso al mismo tiempo, pero a paso más ligero.

Cortázar hace hablar a sus personajes en "diálogo poético". Sus palabras son poéticas, son filosóficas, ingeniosas, con absurdos relevantes, si se quiere. Pero todo eso lo hace con diálogos coloquiales, no son conversaciones forzadas que resulten irreales o herméticas, mas bien al contrario. Ése es uno de los grandes prodigios de Cortázar: dotar de poesía y profundidad al lenguaje coloquial, en vocabulario, ritmo (sobre todo ritmo), fondo y forma. Rayuela no acepta barreras, las tira todas abajo.


Apuntes sobre Rayuela (II): La estructura: el tablero
Apuntes sobre Rayuela (III): Rayuela dentro de la obra de Cortázar

11 comentarios:

Veronika dijo...

Menudo post...
Reflexiones al vuelo pero
con puntería.
Voy a probar lo de la lectura en voz alta.

¡Saludos!

Verónika

Tacirupeca Jarro dijo...

Lo reconozco públicamente: yo aún no he leído Rayuela.
Pero hace tiempo que me estás poniendo los dientes largos largos...

Raúl dijo...

A mí no se me ocurre nada que decir sobre esta obra, nada que no se haya dicho ya, pues lo que tendría que decir sólo serían más elogios de los que gente con más letras que yo, ya ha dicho.

Leox dijo...

Yo lo lei a los 17 y me dejo maravillado, sera lo mismo ahora a los 25 años?

Rayuela dijo...

Yo la leí a los 17, a los 23 y a los 25, y cada vez mi disfrute fue mayor. Para mí es una obra intemporal, no como otras que no volvería a leer porque se "les pasó el momento".

¡Saludos!

mario skan dijo...

Leer Rayuela a los 17 años fue una experiencia total; me gustaban las aventuras de la maga y Oliveira, el concierto de piano de trepat o Algo por el estilo, los amigos del circulo, los mates etc.
Con el tiempo, a los 37, busqué otras cosas en Rayuela, la forma de la escritura, la estructura,el jazz de Cortázar. Rayuela es una gran novela, junto con Adanbuenosaires, son las dos novelas argentinas que
mas releo.

Lluís Salvador dijo...

Precioso post, Rayuela.
No, no es lo mismo leerla a una edad que a otra, ni por primera o segunda vez, ni en un contexto de vida u otro. Lo que sorprende de Rayuela es que si hay algo que funcionaba a una edad, ahora funcionan otras cosas de la novela. Puedes cambiar, pero la novela cambia también contigo. Es más difícil de expresar de lo que parece. Hay obras que leídas por primera vez entusiasman, por segunda decepcionan, en una edad son ideales, en otra meras curiosidades. Rayuela no tiene esos límites temporales ni vitales, y ahí demuestra ser la gran obra que es.
Y mis felicitaciones a Mariano Skan. Adán Buenosayres es una novela magnífica que muy pocos (por lo menos en España) han leído.
Un saludo.

Rayuela dijo...

Crecemos con los libros y, a nuestros ojos, ellos crecen con nosotros. Cada lectura de una misma obra implica nuevos encuentros, algunos nos maravillan, otros nos decepcionan. Son pocos los libros a los que el tiempo regala siempre alegrías y descubrimientos felices. Cortázar está ahí, con sus mundos y sus modos, bailando con cronopios para todas las edades.

Como comentaré más adelante, una de las sorpresas de Cortázar al publicar Rayuela fue la acogida que tuvo entre los jóvenes, cuando los personajes de la novela rondan los 40-50 años.

Tengo pendiente desde hace tiempo Adán Buenosaires. En general y contra lo que pueda parecer, en España se conoce poco de la literatura latinoamericana (fuera de obras claves del llamado boom).

¡Saludos!

Anónimo dijo...

Hola, Rayuela. Si tus entradas van con retraso, para mí descubrirlas lo es aún más. Mientras que me pongo al día y me pienso respuestas y comentarios que nos permitan el feliz intercambio, te dejo un saludo y un piolín para que me encuentres y me visites.

Yo la estoy releyendo de nuevo en la que quiero que sea la lectura más reflexiva hasta ahora. Mi vida cambió mucho desde las anteriores, y avanzo con la desconfianza del que entra en su casa pasado tanto tiempo, y descubre que lo esencial no ha cambiado, que incluso mejoró.

También tengo Adán pendiente, entre tantas otras, pero creo que deberá esperar aún.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Qué agradable descubrimiento han sido tus comentarios, y sobre todo comprobar que no tienen, como tú dices, punto final a la vista. Veo que ambos hemos leído y sentido el mismo libro, cosa que aunque pueda parecer una perogrullada, sabemos que no lo es. Decir que Rayuela es “vida” me parece realmente acertado, para mí es “búsqueda” (no sé si en el fondo va a resultar siendo lo mismo), la búsqueda que nos saque del absurdo y que ocurre a través de todas esas pasiones chiquitas y grandes, y que al final está en lo más sencillo, en lo trivial, en lo cotidiano, como tú apuntas (mi próximo post irá de eso, espero que te guste), en lo que la Maga es capaz de sentir, pero Horacio, pobre, con su cultura... (no es cierto).

Me gustan tus reflexiones sobre el ritmo. Siempre me ha fascinado el ritmo con el que comienza el 73, el cambio que se establece de pronto con la historia del napolitano, y como al final del capítulo se vuelve otra vez a la cadencia inicial (¿o seré yo al leerlo?) y luego ese quiebro al principio del 1 (para los que empezamos en el 73), y asistir fascinado a la manera en que el ritmo del capítulo 1 se va acelerando desde la melancolía inicial hasta la hilaridad del episodio del azucarillo, para que al final la risa se rompa como una burbuja de jabón con esa frase lenta que es como una rendición: “una especie de venganza pegajosa, esa clase de episodios todos los días”.

Es fascinante. Cuanto más lo leo y lo pienso y lo siento y lo vivo, más me llena y más me emociona Rayuela.

Rayuela dijo...

¡Hola, Armorius!

Gracias por tu visita y encantada de conocerte. Dame unos días para que revise a fondo tu blog, ¡hay tanto por leer!

Mientras, tiramos la piedrita y jugamos una partida a la rayuela...

 
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